Anne Hommel, la spin doctor lacaniana

ANDREU ABUÍN

“La verdad, no es asunto mío”, responde sin complejos Anne Hommel al ser entrevistada sobre el affaire Cahuzac[1], un caso de corrupción que se ha llevado por delante la carrera política del exministro de Presupuestos, Jérôme Cahuzac. Anne Hommel estuvo al lado del político en los momentos más difíciles, cuando ya no quedaba más remedio que reconocer, después de haberlo negado hasta la saciedad, que poseía varias cuentas no declaradas en Suiza y en Singapur.

Cuando todo estalla, Cahuzac abandona a la jefa de prensa que hasta entonces se había encargado de la comunicación del ministerio y, por ende, de la suya. Se trataba de Marion Bougeard, reputada periodista económica que se había pasado al lado oscuro en el selecto pôle influence de la agencia Havas Worldwide. Allí trabajó, como la propia Anne Hommel, bajo las órdenes del gurú Stéphane Fouks, actual vicepresidente de la compañía.

El caso Cahuzac sale a la luz gracias al periódico de investigación Mediapart, el 4 de diciembre de 2012. La propia integridad del rotativo será puesta en tela de juicio como consecuencia de una minuciosa y orquestada campaña de contrainformación liderada por Marion Bougeard y su colega Stéphane Fouks. Pese a sus esfuerzos, sin embargo, los jueces acaban por interesarse en el asunto y Cahuzac no tiene más remedio que confesar su culpabilidad.

Lo hace antes de ser juzgado en un artículo publicado en su blog. Sigue los consejos, ahora sí, de Anne Hommel. Lo siguiente será aislarse con ella y su nuevo abogado para preparar la declaración definitiva que no llegará hasta abril de 2013 en una entrevista exclusiva para BFMTV. Es necesario alejarse, diseñar una estrategia y sólo entonces ejecutarla con precisión.

Controlar el tiempo

La propia Hommel explica una de sus armas más elementales: el control del tiempo. “Las prisas son absolutamente contraproducentes en nuestro trabajo. Es necesaria una capacidad de resistencia a la presión muy, muy fuerte”, asegura a Luc Hermann y Jules Giraudat en la imprescindible investigación Jeu d’Influences. Lo primero es “desaparecer totalmente. Si se alimenta una esfera que se encuentra en plena ebullición lo único que se consigue es provocar más salivación cuando [todavía] no se tiene nada que decir. Por lo tanto, mejor ‘secar’ y hablar cuando tengamos algo que decir”.

Anne Hommel toma así las riendas de las relaciones con los medios para el ministro cuando la crisis ya ha estallado. Se encargará de medir los tiempos, proteger a su cliente de la marabunta mediática y dosificar la información a la prensa como si de un antídoto delicado se tratase.

Y tiene experiencia en el tema. Entre otros, cuenta en su haber con la gestión de uno de los asuntos más mediatizados de la esfera económica internacional. Uno que combina política, poder y sexo: el caso DSK, también conocido como el affaire Sofitel.

Anne Hommel preparaba el retorno de Dominique Strauss-Kahn a Francia. Éste era el más solvente a las presidenciales de 2012. De no haber sido por este escándalo Hommel podría ocuparse aún hoy de la comunicación del Hôtel de Matignon. Pero el destino de ambos dio un giro inesperado que marcaría a fuego la carrera de la jefa de prensa francesa. “Me he convertido en una especialista en crisis a mi pesar, confiesa al respecto a la agencia de noticias AFP”.

El tercer ojo

Anne Hommel nace el 26 de septiembre de 1967 en una familia burguesa bohemia del IV Distrito de París. Su adolescencia transcurre en medio de un replanteamiento constante de las convenciones sociales y de los principios familiares más elementales. Su padre, titi parisien, se dedicaba a las artes plásticas. Su madre trajo consigo de Alemania varios de los complejos que pesaban sobre buena parte de sus compatriotas de la época. Los mitigaba con la psicoanalítica lacaniana, disciplina a la que se dedicará también su hermana mayor y de la cual ha hecho uso la propia Anne. En particular después de la muerte de su padre o del nacimiento de su segunda hija, discapacitada. “El [psico]análisis crea un ojo, una distancia, una visión de las personas que es interesante en mi trabajo. Se trata a menudo de desatar situaciones o de estar atento a las fragilidades”.

No excesivamente interesada en los estudios, se acabó por decantar, en 1986, por las lenguas extranjeras aplicadas, que dejará incompletas. Es allí donde inicia sus primeras incursiones en la política en el sindicato estudiantil de izquierda moderada Union nationale des étudiants de France – Indépendante et démocratique y de los trotskistas aliados al Partido Socialista francés. Un partido al que dedicará profesionalmente la mayor parte de su tiempo.

Es allí también donde encuentra al padre de sus dos hijas, Christophe Borgel, hoy diputado socialista de la Haute-Garonne, y a su actual pareja Jean-Christophe Cambadélis. Por este último deja los estudios y lo sigue como asistente parlamentaria al ser elegido diputado por el XIX Distrito de París, en 1988. “He aprendido mucho del análisis de las luchas de poder y de la necesidad de componer con la deslealtad”, declara sin pestañear al recordar su paso por el Parlamento.

Hommel entra en Havas

En 2004 comienza su particular idilio profesional con Dominique Strauss-Kahn. Anne Hommel empieza por ocuparse de sus relaciones con la prensa. Es ella quien decide quién tendrá acceso al político. Dominique trabaja por aquel entonces junto con Martine Aubry y Jack Lang en el proyecto socialista para recuperar el gobierno en 2012, en manos de la derecha de Jacques Chirac.

Durante las primarias socialistas de 2006, Stéphane Fouks reconoce el talento de Hommel y la contrata en Euro RSCG, actual Havas Worldwide, desde donde pilotará a partir de entonces el dosier de DSK. “Considero que la política es una buena escuela de formación para los comunicadores porque te confronta con la urgencia, con la dificultad, el combate y el conflicto. Y entonces yo, cuando hay gente inteligente, vengan de donde vengan excepto en los extremos —precisa el publicitario Fouks— los contrato con placer”.

Es interesante destacar aquí el punto de vista del vicepresidente de Havas sobre la delicada cuestión de las afiliaciones políticas de los spin doctors aunque no coincida con la trayectoria de Hommel: “Existe una paradoja: hay más comunicadores de derecha cuando la izquierda está en el poder y comunicadores de izquierda cuando la derecha está en el poder. Porque en realidad lo que es importante es el método, la reflexión, la capacidad de ejecución y el conocimiento de la profesión. No se trata del color político de la persona, eso es una visión errónea”.

La carrera de DSK se acelera al ser nombrado en 2007 director del Fondo Monetario Internacional. Desde entonces y hasta el fiasco final, Anne Hommel viajará a Washington a menudo, liberándose del estrés en gimnasios de hotel y programando su próximo vuelo a París. Su principal cometido será preparar el terreno para la vuelta inminente de DSK a la política francesa, al finalizar su mandato en el FMI.

Los socialistas y buena parte del electorado ven en él al candidato ideal para la presidencia de la República. Varios procesos judiciales, sin embargo, enturbian su pasado. Su implacable equipo de comunicación los ha sabido hasta ahora minimizar haciendo hincapié en su estatura política internacional. No en vano, DSK siempre ha estado rodeado de algunos de los mejores consejeros de la política francesa. Un selecto grupo de profesionales marca Havas que fueron calificados por la prensa como “los cuatro mosqueteros de DSK”: Stéphane Fouks, Ramzi Khiroun, Gilles Finchelstein y la propia Anne Hommel.

DSK, el candidato socialista

Las primarias socialistas de 2012 se acercan, pero el aun director del FMI tiene vetada cualquier interferencia en la vida política francesa por la organización internacional. “Era para volverse locos. Trabajamos en impactos mediáticos muy fuertes, pero muy escasos”, comenta Hommel[2]. Aun así, DSK era el candidato favorito de los franceses con un 70% de opiniones favorables, muy por delante de su contrincante Nicolas Sarkozy.

Y es en ese momento de máxima popularidad y expectación cuando, el 14 de mayo de 2011, a punto de tomar un vuelo a París, Dominique Strauss-Kahn es arrestado en el aeropuerto JFK de Nueva York. Se le acusa de agresión sexual a Nafissatou Diallo, encargada de la limpieza de la suite del hotel Sofitel de Manhattan donde el presidenciable se alojaba.

Al fondo, de izquierda a derecha, Ramzi Khiroun, Anne Hommel, Gilles Finchelstein y Stéphane Fouks junto con Anne Sinclair y Dominique Strauss-Kahn

Anne Hommel coge el primer vuelo a Nueva York donde pasará los próximos cinco meses gestionando la crisis in situ. Se hospedará en la casa que alquiló la exmujer de Strauss-Kahn, Anne Sinclair, donde compartirá los momentos duros con la pareja. Las relaciones con la prensa se tensan más que nunca. La presión mediática se hace insostenible, reconoce Hommel. “Llegábamos a recibir 180, 200, 250 llamadas en medio día”.

Sin embargo, aparecen las primeras grietas en la acusación. Nafissatou Diallo se embrolla. La justicia descubre que la empleada de Sofitel ha mentido en diferentes ocasiones durante las declaraciones. Sus argumentos no se sostienen y sus contradicciones abren la vía para dejar en evidencia la fragilidad de la acusación.

El juez decide abandonar la persecución penal contra DSK con motivo de la falta de credibilidad de la demandante. Se abre entonces un procedimiento civil que no se acabará hasta diciembre de 2012, después de un acuerdo amistoso y de una transacción económica confidencial. Dominique Strauss-Kahn no será juzgado.

La confesión

Dos semanas después de su regreso a Francia, Anne Hommel prepara a Dominique para el desafío mediático final. Eligen el 20h de TF1, presentado entonces por Claire Chazal, amiga de Anne Sinclair. El 18 de septiembre de 2011[3], DSK dará por fin explicaciones sobre qué pasó entre él y Nafissatou Diallo en la suite del Sofitel. “Muchas personas se han expresado sobre este asunto… excepto yo, porque había dicho que quería hablar primero a los franceses”, se excusará en primer lugar el exdirector del FMI.

“Lo que ha pasado”, prosigue DSK, “no conlleva ni violencia, ni intimidación, ni agresión, ni ningún acto delictivo. Es el procurador quien lo dice, no yo. Lo que ha pasado es una relación no solamente inapropiada sino más que eso, es una falta. Una falta hacia mi mujer, mis hijos y mis amigos, pero también hacia los franceses. He fallado a mi cita con los franceses […] ¿Se trata de una debilidad? Creo que es algo más grave. Creo que es una falta moral de la que no dejo de arrepentirme”.

El discurso estaba sobradamente preparado y, en vistas de otros procesos similares que le esperaban en Francia, DSK no olvidó recordar hasta en once ocasiones que Nafissatou Diallo había “mentido en todo”. Para Anne Hommel el objetivo no era convencer a la opinión pública ya que era evidente que DSK no sería “ni perdonado ni disculpado […] Mi rol es conseguir que la vida pueda retomar su curso habitual. Que la presión descienda poco a poco. Después de la reparación narcisista, la reparación estructural del individuo y de su vida toma un tiempo infinito”. Dominique Strauss-Kahn ha abandonado la vida política desde entonces.

La comunicación política se acabó

Una vez su trabajo concluido, es el turno de Anne Hommel de reinventarse y para ello decide armarse de valor —si es que alguna vez le ha faltado—, dejar Havas y crear su propia agencia. La llamará Majorelle, como el jardín botánico de Marrakech que tanto le gusta. Fijará la sede en su propia casa a las afueras de París, en una vieja fábrica reconvertida. Sabe que puede contar con algunos de sus mejores clientes y amigos como el propio DSK, el banquero Matthieu Pigasse o Anne Sinclair.

El caso Cahuzac será su última incursión en la esfera política, después de que su amigo y primer ministro francés, Manuel Valls, la descartara en Matignon. Según los colaboradores de Valls, Hommel había quedado estigmatizada por el caso Sofitel[4]. Tampoco ayudaron los lazos que la unen a Havas, agencia por la cual François Hollande nunca ha ocultado un profundo desdén. “La comunicación política se acabó”, jura la mosquetera en su una entrevista publicada en L’Express[5].

Anne Hommel ha sido finalmente una spin doctor de partido, el Partido Socialista del cual hoy afirma su hartazgo. Se confiesa “herida y dañada”. Sinclair llega a afirmar que “como nosotros, se ha sentido tratada como una apestada”. Ahí es nada.

Sus últimos trabajos, a excepción del dosier del presidente de Gabón, Ali Bongo, escapan de la esfera explícitamente política y reflejan quizá la nueva vía tomada por Hommel para llegar a la opinión pública. Entre otros, se encarga ahora de la comunicación de Maïtena Biraben, flamante nueva conductora del programa bandera de Canal+ Francia, Le Grand Journal.

Anne Hommel nunca ha tenido miedo a las consecuencias que su trabajo le pueda acarrear. Su última colaboración lo corrobora. Desde noviembre de 2015, la directora de Majorelle se ocupa en persona de las relaciones con la prensa de Charlie Hebdo, a poco menos de un año de los graves atentados perpetrados contra el que fue y sigue siendo objetivo del terrorismo islámico internacional.

[1] Des Deserts, S. (28 de abril de 2013). Anne Hommel, la communicante des parias. Le Nouvel Observateur. Recuperado de http://nouvelobs.com/

[2] Ibíd. 1.

[3] Claire Chazal. L’interview de DSK au 20h : l’intégrale. TF1. 18/9/2011

[4] Élise Karlin. Bataille de com à Matignon. L’Express. 20/1/2015

[5] Ibíd. 4.

 

Andreu Abuín es experto en comunicación digital y en gestión del conocimiento. Especializado en el ámbito institucional, político y de crisis. Trabaja para organizaciones internacionales como Naciones Unidas, Unicef, la FAO o la Comisión Europea. (@zuzen)

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Publicado inicialmente en Beerderberg

 

 

 

Imagen de Olivier Roller, Anne, Spin Doctor, 2013, from series Figures of influence. Vía The Red List