JUAN MANUEL VIZUETE
Comentario del discurso dado por Sir Winston Churchill ante la Cámara de los Comunes el 4 de junio de 1940.
La última entrega de los Oscar fue una gala muy “Dunkerquiana”. Primero, con la película Dunkerque de Christopher Nolan y después con El instante más oscuro, de Joe Wright, que le valió una estatuilla al mejor actor para Gary Oldman por su interpretación de Winston Churchill. Ambas películas abordan el gran conflicto ocurrido en la ciudad portuaria francesa durante la Segunda Guerra Mundial. No puede entenderse esta guerra sin la famosa operación Dynamo y sin el personaje de Churchill.
Por situarnos en el contexto histórico, en 1940 más de 300.000 soldados ingleses, franceses y belgas habían quedado aislados en las playas de Dunkerque por el ejército alemán. Todos los intentos por evacuarlos estaban fracasando debido a la aviación alemana. Barco que se acercaba, barco que naufragaba. La pérdida de estas tropas a manos de los nazis, supondría la pérdida de una gran parte de las fuerzas terrestres inglesas, dejando a la isla desprotegida en caso de una invasión alemana.
Con este -nada halagüeño- panorama, se decidió lanzar la conocida Operación Dynamo para rescatar al máximo número posible de soldados. Tras 4 días, se había conseguido rescatar a casi la totalidad del contingente acorralado (338.000 soldados salvados). La operación, finalizada el 4 de mayo de 1940, había sido de tal éxito que fue conocida como “El milagro de Dunkerque”. Justo un mes después, Winston Churchill decidió dar uno de los discursos más recordados en la historia, titulado: We shall never surrender.
Este discurso no tiene la fuerza ni la emoción que tuvo el anterior dado ante la Cámara de los Comunes, en el cual ofrecía al pueblo inglés sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor (aunque la historia solo recuerda “sangre, sudor y lágrimas”). Aquel fue un discurso relativamente corto pero que apelaba directamente a los sentimientos de los ingleses, instándoles a que se preparasen para la guerra por tierra, mar y aire. Apelaba a la unión y la fuerza, luchando juntos contra un enemigo común. Sin embargo, el discurso que aquí tratamos fue mucho más largo (leído durante más de media hora) que termina dejando en evidencia la extraña pronunciación de Sir Winston. Dicho esto, la parte realmente interesante y trascendente del discurso es su peroratio, su parte final. Esta última parte, la más recordada, comienza llamando a sus compatriotas al deber:
– Personalmente, tengo completa confianza en que, si todos cumplen con su deber, si no se descuida nada, y si se llevan a cabo los preparativos, tal como se está haciendo, una vez más demostraremos que somos capaces de defender nuestra isla natal, de alejar la tormenta de la guerra y de sobrevivir a la amenaza de la tiranía, si es necesario durante años, si es necesario solos.
Churchill sabía que era necesario estar unidos, acatándose las órdenes que él y su gabinete fuesen dando. Es consciente de que Francia había caído, Europa no podría hacer frente a la máquina de guerra de Hitler y los Estados Unidos aún no habían dado una verdadera respuesta para la defensa de Inglaterra (no lo haría hasta diciembre de 1941, tras el ataque a Pearl Harbor). A Inglaterra le esperaba una época de sufrimiento y soledad contra la tiranía de Tercer Reich. Nótese el uso de una tríada al señalar que “somos capaces de defender nuestra isla natal(1), de alejar la tormenta de la guerra(2) y de sobrevivir a la amenaza de la tiranía(3)”.
– De todos modos, eso es lo que vamos a intentar hacer. Esta es la resolución de cada uno de los hombres del Gobierno de Su Majestad. Esta es la voluntad del Parlamento y de la nación. El imperio Británico y la República Francesa, unidos por una misma causa y por una misma necesidad, defenderán hasta la muerte su tierra natal, ayudándose mutuamente como buenos camaradas hasta el agotamiento de las fuerzas. A pesar de que grandes territorios de Europa y muchos antiguos y famosos Estados hayan caído o vayan a caer en las garras de la Gestapo y de todo el odioso aparato nazi, no flaquearemos ni fracasaremos.
Francia es el aliado natural de Inglaterra en esta guerra. Pero ser aliados no implica vencer en la batalla y el Primer Ministro le traslada a la población lo que va a ocurrir casi con inminencia: muchos territorios y estados europeos van a caer bajo el poder nazi. No busca endulzar ni suavizar la realidad, sino prevenir al pueblo de la realidad, del peligro que les acecha. Pese a ello, no flaquearán ni fracasarán en la defensa de su tierra natal (la historia le dará la razón).
– Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, no importa cuan alto sea el precio, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas. No nos rendiremos jamás. Y si, caso que no contemplo ni por un momento, esta isla o una gran parte de ella se viera subyugada y hambrienta, entonces nuestro imperio más allá de los mares, armado y protegido por la flota británica, proseguiría con la lucha hasta que, cuando Dios lo quiera, el Nuevo Mundo, con toda su potencia y poder, dé un paso adelante para lograr el rescate y la liberación del viejo.
Toda una declaración de intenciones. Churchill está realizando tres cosas en esta última parte del discurso. La primera, está preparando los ánimos de su pueblo para el combate, para la lucha en todos los sentidos. La segunda es pedirle ayuda directamente a Estados Unidos (el nuevo mundo) para que les salve. La tercera ocurre con una anáfora y una gradación retórica: está trazando la estrategia de batalla a seguir durante la guerra, empezando por combatir en Francia, luego en el mar y en el aire, luego en las playas, después en los aeródromos, en las calles… es un sistema de combate en cual cuando cae una barrera defensiva, se pasa a la siguiente para contener el avance enemigo. No es solo un discurso, es la exposición de una estrategia militar a la población para prevenirla ante el combate. Todo ello con un solo objetivo: No rendirse jamás.
Juan Manuel Vizuete Calafell es Socio-fundador de Retoria Formadores en Comunicación. Abogado, master Asesoría en Imagen y Comunicación Política (UCJC). (@juanvizuete)
Texto del discurso: http://www.beersandpolitics.com/discursos/winston-churchill/we-shall-fight-them-on-the-beaches/259