La Accountability o esa cosa de la que usted me habla

XAVI SIRERA

En 2019, con el estudio Democracy Index elaborado por The Economist, se confirmó lo innegable, España era una democracia plena. Obteniendo una valoración de 8’29 sobre 10 y siendo uno de los 20 países que podían presumir de contar con mayor calidad democrática.

Este estudio se centraba en diversas cuestiones que giraban entorno a la libertad y calidad de las elecciones electorales, a la seguridad del país, a la influencia extranjera en el contexto nacional y la capacidad de autogobierno y su propio funcionamiento. Sin embargo, este ambicioso y enriquecedor estudio olvidó otros asuntos difícilmente cuantificables como es el caso de la transparencia o la opacidad de los actos de agentes sociales e instituciones que conforman el Estado.

Con la anterior introducción, como si se tratase de un sorbete de limón que da entrada a otro plato con distinto sabor, quería comentar diversos asuntos acerca de algunas noticias que han copado las portadas de los principales diarios del país en estas últimas semanas.

La Casa Real y Podemos, ambos en el punto de mira por presuntas tramas de corrupción, han obviado dar declaraciones u ofrecer comunicados esclarecedores de las posibles corruptelas que acechan su integridad. Y no, no voy a entrar en la veracidad de las acusaciones o en la gravedad que aguardan, puesto que tampoco me compete, sino que me voy a centrar en la rendición de cuentas o Accountability.

Según O’Donell, prestigioso politólogo argentino, la rendición de cuentas es un elemento que sirve para prevenir y tratar de corregir posibles abusos de poder. Él mismo dividió la rendición de cuentas en dos: Horizontal y vertical.

La horizontal es aquella en la que existen agentes sociales con capacidad para emprender acciones contra el elemento clave, bien sea una única persona, una institución o un partido político. Este tipo de acciones van desde requerir declaraciones rutinarias hasta sanciones penales. Es decir, rinden cuentas entre entes en igualdad jerárquica.

Por su parte, la vertical es aquella en la que el control recae sobre los propios ciudadanos junto con los medios de comunicación. Estos últimos cobran un valor importante, puesto que sirven de canalizador de las peticiones y quejas de la ciudadanía. En esta clase de acountability el flujo puede variar de sentido, de abajo a arriba o viceversa. Los ciudadanos expresan sus quejas o preocupaciones y estas se dirigen al señalado ente superior (de abajo arriba) y este rinde cuentas (de arriba abajo).

Como última instancia, los ciudadanos pueden mostrar su aprobación o descontento en las elecciones democráticas. En el periodo entre elecciones el papel de los medios de comunicación cobra importancia, puesto que, como hemos comentado líneas más arriba, sirven como cauce del mensaje que se extiende entre la población.

La rendición de cuentas es un elemento con gran enclave democrático en el que se obliga al señalado a la inspección pública, se le fuerza a explicar y a justificar sus actos, y lo supedita a posibles sanciones.
En España, pese a los aires frescos con aromas democráticos que nos trajo el fin del bipartidismo, se sigue vislumbrando una falta de madurez democrática y la poca frecuencia de este tipo de procedimientos soberanos.
Si bien es cierto que en el caso de Podemos algunos miembros dieron declaraciones a diversos medios, no ha existido una nota conjunta del propio partido dando explicaciones al respecto. Cabe destacar, como hecho significativo, que el líder de Podemos no interactuó en sus redes hasta tres días después de las acusaciones. Herramienta sin la cual no se puede entender el auge del partido.

Por su parte, la Casa Real, lejos de las dinámicas de otras monarquías europeas como la británica, se limitó a lanzar un comunicado 15 días más tarde de la huida confirmando el paradero de Juan Carlos I.
En este país queda mucho por hacer. El marketing político y sus correspondientes asesores buscan el equilibrio entre hacer omisión a las acusaciones y que de esta manera les perjudique menos, y entre dar una respuesta de la que podrían presumir de transparencia, pero que al mismo tiempo podría golpearles ocupando las principales portadas unas semanas más.

Así pues, cierto paternalismo acecha la política actual y hiere nuestra democracia. El manifiesto de apoyo a Juan Carlos I es un claro ejemplo de ello. Avalado por personalidades como Esperanza Aguirre o Alfonso Guerra que siguen viendo la rendición de cuentas como un obús que detona los pilares del Estado y la estabilidad del país.

Y de nuevo, queda mucho por hacer. En los últimos años se han visto grandes avances, pero lejos estamos del idealismo democrático. Las democracias se nutren y se fortalecen de procesos deliberativos que son los que otorgan legitimidad y credibilidad, y por consiguiente estabilidad.

 

Xavi Sirera es politólogo por la Universitat de València y estudiante del Master de Nuevos Periodismos y Comunicación Política (@xavi14sirera)