SIMÓN BOLÍVAR
Colombianos:
VUESTROS ENEMIGOS amenazan la destrucción de Colombia.
Mi deber es salvarla. Catorce años ha que estoy a vuestra cabeza,
por la voluntad casi unánime del pueblo. En todos los períodos de
gloria y prosperidad para la república, he renunciado el mando supremo
con la más pura sinceridad: nada he deseado tanto como
desprenderme de la fuerza pública, instrumento de la tiranía que
aborrezco más que a la misma ignominia. Pero ¿deberé yo abandonaros
en la hora del peligro? ¿Será esta la conducta de un soldado y
de un ciudadano? ¡No, colombianos! Estoy resuelto a arrostrarlo
todo, porque la anarquía no reemplace a la libertad y la rebeldía a la
constitución. Como ciudadano, Libertador y Presidente; mi deber
me impone la gloriosa necesidad de sacrificarme por vosotros.
Marcho, pues, hasta los confines meridionales de la república, a
exponer mi vida y mi gloria por libraros de los pérfidos, que después
de haber hollado sus deberes más sagrados, han enarbolado el
estandarte de la traición para invadir los departamentos más leales
y más dignos de nuestra protección.
Colombianos: la voluntad nacional está oprimida por los nuevos
pretorianos, que se han encargado de dictar la ley al soberano
que debieran obedecer. Ellos se han arrogado el derecho sagrado de
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la nación; ellos han violado todos los principios, en fin, las tropas
que fueron colombianas, auxiliares al Perú, han vuelto a su patria a
establecer un Gobierno nuevo y extraño, sobre los despojos de la
república que ultrajan con mayor baldón que nuestros opresores.
Colombianos: yo apelo a vuestra gloria y a vuestro patriotismo:
reuníos en torno del pabellón nacional, que ha marchado en
triunfo desde las bocas del Orinoco hasta las cimas del Potosí; queredlo,
y la nación salvará su libertad, y pondrá en plena independencia
su voluntad para decidir sobre sus destinos.
La Gran Convención es el grito de Colombia, es su más urgente
necesidad. El Congreso la convocará sin duda, y en sus manos depondré
el bastón y la espada que la república me ha dado; ya como
Presidente constitucional, ya como autoridad suprema extraordinaria
que el pueblo me ha constituido. Yo no burlaré las esperanzas
de la patria. Libertad, gloria y leyes, habéis obtenido contra nuestros
antiguos enemigos: libertad, gloria y leyes conservaremos a
despecho de la monstruosa anarquía.
Enviado por Enrique Ibañes