Jaime Miquel es asesor electoral especializado en partidos políticos. Licenciado en Geografía e Historia (UCM, 1981), investigador del comportamiento electoral y de la opinión pública formado en Gallup. Especializado en la estimación prospectiva de resultados, definición cuantitativa de objetivos electorales y formulaciones estratégicas. Pintor, vinculado a la Marina Alta (Alicante), aficionado al mar.
Jaime Miquel, usted creció entre encuestas y sondeos ya que su padre, Jorge Miquel, fue el primer delegado del Instituto Gallup en la península Ibérica. Teniendo en cuenta que el contexto era totalmente nuevo en relación a la implementación de las técnicas de análisis e investigación electoral, ¿cómo eran entonces los sondeos electorales? Y, en general, ¿qué necesidades expresaban los partidos políticos con sus encargos?
En el año 1969 no había partidos políticos. Mi padre participó en los primeros estudios para la definición de estos partidos, que eran de posicionamiento, conocimiento de líderes, etc. En aquellos años, las entrevistas eran domiciliarias. Muchas noches mi padre tuvo que ir a comisaría a preocuparse por los entrevistadores detenidos por la policía. Se hacía selección aleatoria de edificio, puerta e individuo, con lo cual el entrevistador tenía que localizar en esa zona al informante y, si no tenía suerte, sustituirlo por uno equivalente. En aquellos años se profesionalizó al entrevistador. Era un mundo que nacía, todas las cautelas eran pocas. Se cuidaba todo.
Criticadas a la par que ansiadas, especialmente por los partidos políticos y por la activa comunidad de especialistas e interesados en la política, las encuestas siguen siendo una importante brújula en la fijación de posiciones de los partidos políticos, sobretodo en contextos electorales altamente competitivos. En este sentido, ¿qué retos considera que afrontan el sector y los profesionales de las encuestas electorales, especialmente en lo que refiere a su calidad y fiabilidad –las cuales son, quizás, dos de las críticas más frecuentes–?
El principal reto se refiere al informante, a la metodología para la obtención y la localización de la información. El paso de la telefonía fija a la móvil lo complicó todo. El sector afronta hoy serios retos en el terreno del muestreo, del procedimiento para obtener una muestra representativa estratificada por hábitat.
En su último libro, La Perestroika de Felipe VI, cuenta que un político una vez dijo que “los encuestadores predicen el voto mirando por el retrovisor”. Explíquenos a qué perspectiva o situaciones hacía referencia este político.
Esa frase es de Alfonso Guerra. Se refiere al recuerdo de voto y, aunque no es exactamente eso, evidencia que este polítco entiende de encuestas. A nosotros nos interesa obtener muestras representativas de cada partido y saber qué intención de voto tiene ahora. Se necesita, como veis, el retrovisor para estimar.
Si bien es cierto que los partidos políticos cuando encargan una encuesta se fijan de forma especial en la estimación de escaños, teniendo en cuenta su experiencia con varias formaciones políticas, ¿qué importancia cree que dan al conocimiento y al análisis estratégico que se puede extraer de las encuestas?
Nosotros cubrimos la parte de investigación del electorado. Cuando las cosas cambian, los partidos necesitan especialistas para explicar qué está pasando. Los políticos prestan atención no a las encuestas, sino a esos especialistas que con los datos de las encuestas son capaces de dar una estructura a la posición del partido, a sus perspectivas. Nosotros obtenemos una información que orienta, tranquiliza y da seguridades al cliente, que le permite enfocar las cosas. Pero los partidos políticos toman decisiones por infinidad de factores, no sólo por la investigación, que muchas veces no acaba de optimizar. El 80% de lo que necesitamos está en los resultados anteriores. Las encuestas son el 20% restante. Y todo esto, vale el 80% de toda la información que el partido necesita. Hay un 20% para que el consultor fracase o acierte.
Los medios de comunicación, especialmente la televisión y la prensa, son piezas fundamentales en la creación de los contextos comunicativos de las encuestas. En plena expansión de las redes sociales, ¿considera que éstas modifican de alguna forma los efectos clásicos de las encuestas en la opinión pública, como el bandwagon o el underdog?
Las encuestas tienen un efecto muy inferior al que se les atribuye. Tienen efecto sobre la creación del contexto, del marco, de la realidad preelectoral, en periodistas y políticos. Reflejan lo que hay, pero los ciudadanos no acostumbran a leer las encuestas. Se enteran más porque se ven en televisión y porque hay redes sociales. La parte internauta, la más joven, urbana y metropolitana, está más informada que la parte más vieja… Pero la mayoría no ven las encuestas y además no tiene por qué creérselas. Cuando las encuestas, todas, dicen lo que hay en la calle tiene efectos, pero limitados, y estos se compensan.
La ciencia y la comunicación política están en auge y son muchos los jóvenes –algunos lectores de Beerderberg– que quieren dedicarse profesionalmente al análisis político y electoral. ¿Qué consejos o recomendaciones daría a nuestros lectores que se están iniciando en el sector?
Tienen que empezar por formarse en el conocimiento del censo electoral por circunscripción, por elección, desde que se empezó a votar en España. Por estudiar en profundidad el comportamiento electoral histórico a partir del número absoluto de electores y luego utilizar el voto sobre el censo como medida de comparación. Es la parte más dura de todas y el camino más largo. Es un trabajo duro. Es una profesión vocacional.
Entrevista realizada por Mireia Castelló.
Publicado en Beerderberg
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