El inicio de la carrera presidencial en Ecuador: las cifras que dejó la preinscripción de candidatos

SANTIAGO GALARZA

2020 será un año que pasará a la historia por muchas razones, además de las relativas a la pandemia por la COVID-19. En Ecuador, por ejemplo, se vive una situación sui generis a nivel electoral: es la primera vez que, en 190 años de vida republicana y 41 desde la vuelta a la democracia, se presentan 19 precandidatos que aspiran llegar a la Presidencia de la República. Cabe resaltar que esta es una etapa previa a la inscripción de candidatos oficiales y que se desarrollaron comicios al interior de los diferentes partidos (elecciones primarias) para elegir a quienes serán sus representantes.

Si bien es cierto que esta cifra puede reducirse, no deja de ser curiosa porque trae consigo ciertas particularidades, mismas que intentaremos ir descifrando con base en las estadísticas que ha arrojado este paso anterior a la inscripción de las candidaturas definitivas, de cara a los comicios que se celebrarán en febrero de 2021.

Los números, al detalle

Si revisamos el número de candidatos que se han presentado durante las elecciones presidenciales en el siglo XXI, nos encontramos con un promedio de 9,6 aspirantes. Esto quiere decir que, en esta ocasión, el número se ha duplicado con relación al histórico de este periodo. Para acercarse o mantener este promedio, la mitad de las agrupaciones políticas deberían declinar de sus pretensiones o forjar alianzas entre sí.

De los 19 precandidatos, 17 son hombres y apenas 2 son mujeres. En porcentajes, tenemos un 89,4% de precandidatos frente a un 10,6% de precandidatas. Se puede entrever la falta de representatividad de mujeres, lo que acentúa la brecha de género en estos espacios. La política queda todavía como una asignatura pendiente en materia de lanzamiento y posicionamiento de figuras femeninas fuertes, al menos en Ecuador.

En cuanto a edad se refiere, el promedio es de 53,1 años; el candidato más joven, Andrés Arauz tiene 35 años, mientras que el menos joven, Isidro Romero, 78 años. Estos datos se pueden interpretar como una clara apuesta de los diferentes partidos hacia figuras ya consolidadas y con tradición dentro del ámbito público ecuatoriano, así como también a ciertas cuotas de poder. En el caso del representante más joven, esto puede obedecer a una estrategia marcada para la elección, puesto que es el representante de uno de los partidos más fuertes que se identifica con sectores de izquierda.

Un apartado que da lugar a la discusión es el de las ideologías de los aspirantes y partidos que los auspician. Teniendo en cuenta la divergencia de criterios que esto puede ocasionar, para la obtención de estas cifras se ha tomado como referencia una nota periodística de diario El Comercio en la que se clasifica a los precandidatos, entre otros datos, de acuerdo con su ideología. Esto ha dado como resultado lo siguiente: 2 aspirantes de derecha y 4 de centro derecha, mientras que al extremo opuesto tenemos 3 de centro izquierda y 5 de izquierda. Existen también 5 precandidatos que, según la fuente consultada, se identifican como de centro. Las cifras presentadas dan lugar al debate, puesto que es una apreciación subjetiva y depende de quien lo mire; la ideología gira en torno a valores específicos que, a su vez, se traducen en bandos. Así, por ejemplo, podemos encontrar a candidatos que pueden enarbolar una misma corriente ideológica, pero que apoyan modelos más o menos flexibles en materias de apertura comercial y fomento a la inversión extranjera, mientras que otros apuestan hacia el proteccionismo y a la nacionalización de empresas. Una vez más, esta es una cuestión de percepciones.

¿Esto es bueno o malo?

A pesar de la gran cantidad de aspirantes y del reproche de la opinión pública a los reglamentos electorales que permiten la participación de esta ingente cantidad de preinscritos, se puede determinar que este proceso previo a la inscripción de candidaturas oficiales de quienes van a pugnar por llegar a la Presidencia de Ecuador (con sus matices) resulta de cierto modo favorable. La obligatoriedad de los partidos de cumplir con este requisito permite poner en consideración del electorado la formación de posibles alianzas que busquen concentrar un mayor nivel de representatividad de diferentes sectores con el afán de que las propuestas y posturas se definan en función de consolidar bloques fuertes, que aglutinen la intención del voto, aseguren la reducción de aspirantes y, de esta manera, no exista un grado considerable de dispersión en favor de un candidato u otro. Es decir, esto va a permitir equiparar fuerzas, dando lugar al establecimiento de un principio de paridad entre contendores y electores.

Otro de los efectos positivos es la opción que tiene la ciudadanía de poder conocer y decidir de mejor manera su apoyo, lo que se traduce en un voto más informado y responsable, fortaleciendo de esta manera al sistema democrático. Finalmente, tener 19 candidatos en etapa de preinscripción y no impresos en la papeleta electoral ahorrará más de una sorpresa y dolor de cabeza.

 

Santiago Galarza Garrido es consultor de comunicación política (@jsgalarz)