JESÚS POZA
En algunos ratos que nos deja esta cuarentena, he aprovechado para ver una serie que me recomendó un amigo y que, además, según leí en una noticia, el presidente había comenzado a ojear. Baron Noir, la producción francesa disponible en HBO se ha convertido en una de esas series a la que darle vueltas durante días.
Espero no desvelar nada tratando de realizar una recomendación y pido disculpas, por adelantado, si alguna se escapa. Hay varias cuestiones que me han resultado de gran interés:
En primer lugar, qué importante es el equipo, si atendemos a las auténticas series de culto sobre «ficción», (alguna da miedo llamarlas meramente ficción) política como West Wing, Borgen, todas cuentan con personajes interesantes, buenas aportaciones e historias particulares con mucho carácter y sentido. Como en cualquier equipo hay lealtades, deslealtades, egoísmo y generosidad y un pegamento fundamental: un ideal (o si se quiere, una ideología) compartido que, pese a las malas, acaba siempre por pesar más.
No me parece casualidad que estén alejadas de las truculentas House Of Cards, la del chico este que hace campañas en el instituto, y frivolidades del estilo llenas de envidia, enfrentamientos, conspiración y nada más que ego.
En estas producciones que han pasado a la historia encontramos siempre personajes poliédricos; con aciertos, fallos, plagados de contradicciones, decisiones difíciles que afrontar y buenas reflexiones durante la historia, que fortalecen la trama con acciones individuales y destellos personales únicos. Pero sobre todo no falta nunca en estas operas primas una cosa: el realismo, o cuando menos, una fuerte credibilidad que deje al espectador pensando que eso podría llegar a pasar.
Puede tener más aciertos que errores, no lo sé, quizás pueda ser caótica (raro, en estos tiempos de volatilidad, ¿no?). Resulta muy interesante aprender y conocer aspectos del sistema político francés y una aproximación al ambiente social y electoral del país, como el propio protagonista les dirá: un país con la política inserta en el ADN de su ciudadanía.
En una Francia postgaullista, el papel de los partidos políticos también tiene su espacio. Las relaciones de poder internas y externas, los virajes y alianzas estratégicas plagados de aciertos y errores llenan de matices muy interesantes el análisis del sistema de partidos galo. Y al que le gusten series en V.O, en francés me han chivado que es una auténtica delicia.
Hay una idea a la que no dejo de darle vueltas, tanto durante el tiempo que estuve viéndola como los días posteriores y es el valor de la POL en el mundo de la Compol. Es decir, poco o ningún sentido tiene comunicar lo que no existe. Está claro que una buena estrategia de comunicación puede elevar a la categoría de política hasta a la idea más mediocre, pero por muy cierto que sea esto y por mucha profesión que podamos construir en torno a ello, no hay que perder de vista que la base de la buena comunicación es el objeto comunicado y si no lo es, debería de serlo.
En política hay que hacer. Hay que aportar siempre valor, no puede bastar con gestionar la realidad, hay que modelarla con trabajo y creatividad. No se nos puede olvidar que al final lo importante es ofrecer soluciones o al menos, alternativas.
Durante la carrera, Ciencias Políticas, ya me tocó soportar a todos aquellos que hablaban de nuestra profesión como analistas de la realidad y sus fenómenos, y ya me negué en su momento. Hoy, como profesional de la consultoría, vuelvo a hacerlo.
En definitiva, me quedo con que hay que tener dos cosas: ideas que valgan la pena y un buen equipo (con el que se esté dispuesto a trabajar en equipo). Solo de ahí pueden salir las “producciones” que siempre serán recordadas. En mi opinión, una serie recomendable y debatible, de la que no me esperaba tanta pedagogía.
Espero que se disfrute.
Jesús Poza es politólogo por la Uc3m y máster en Asesoramiento y Consultoría política por la UCJC. Consultor en diferentes proyectos y ámbitos. Experiencia electoral e institucional. (@Jesus_poza)