La verdad es que éste es uno de esos actos que merecen la pena. En el que nos hemos juntado amigos y compañeros que, su sola presencia, sirve para reafirmarnos en lo que somos y para darnos cuenta, además, del papel y de la importancia de los Socialistas Vascos en la construcción de éste país… Antes y ahora.
Porque hoy estamos aquí en un acto que se enmarca en las celebraciones del 125 aniversario de nuestro nacimiento como Partido. Somos el partido más antiguo de ésta tierra, el primer partido de Euskadi.
Pero, a la vez, demostramos, con nuestro día a día, que somos un partido joven y dinámico, porque seguimos construyendo país; seguimos transformando realidades injustas; seguimos teniendo horizonte y pensamos en el futuro como un espacio de nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía, alcanzando mayores cotas de libertad e igualdad.
Nuestra historia acumula esfuerzos y luchas, esperanzas y sufrimientos, derrotas y victorias: pero sobre todo acumula el orgullo Socialista de mantenernos firmes en nuestros ideales…
En el fondo, la historia del Partido Socialista, es la historia de una larga marcha hacia la libertad y la igualdad de todos y de todas. Desde aquel 14 de mayo de 1893 en el que, Facundo Perezeagua y los primeros Socialistas organizaron una marcha a pie, desde La Arboleda hasta Bilbao, estamos caminando hacia la misma meta: la de la libertad y la dignidad; la de los iguales derechos para todos; la de las mismas oportunidades en la vida para los que tienen mucho y para los que no tienen nada.
Y esa marcha que iniciaron hace más de un siglo, aún no ha terminado. No ha terminado porque aún hay gente que no puede vivir con la misma libertad que los demás. No ha terminado porque aún hay personas, familias enteras, condenadas a la marginación por el mero hecho de nacer en un determinado sitio o en una familia pobre.
Y esta marcha no va a terminar hasta que todas las personas, sin distinción de ningún tipo, sean consideradas iguales, sean considerados de “los nuestrosâ€.
Los mineros que bajaron de los montes de La Arboleda eran personas marginadas, con derechos amputados, sin posibilidad de escoger dónde vivir o donde comprar su pobre comida. Y reivindicaron ser ciudadanos iguales a los demás. Ser reconocidos como miembros del mismo “Nosotros†colectivo.
Los que estamos aquí conocemos el esfuerzo realizado por las anteriores generaciones que pusieron los cimientos del Estado del Bienestar que nos ha permitido disfrutar de muchas más oportunidades que ellos.
Y por eso reivindicamos el orgullo callado de nuestros orígenes. Lo hacemos sin ostentación, pero sabemos que todos los logros han venido de la mano de un gran esfuerzo compartido, porque nadie nos ha regalado nunca nada.
Hoy algunos nos dicen que las ideologías no tienen sentido. Que los valores ya no habitan entre nosotros. Pero mienten: Sigue habiendo gente que necesita de la solidaridad colectiva. Se siguen produciendo injusticias que necesitan ser combatidas. Sigue habiendo personas que se dejan la vida en el intento de acceder a la dignidad y a la libertad. Y sigue habiendo valores, porque seguimos siendo muchos los que no nos resignamos a que esto siga siendo así y no hacer nada.
Los que dicen que no, los que dicen que ya no existe ni derecha ni izquierda, lo que quieren es que renunciemos a los nuestros para imponer los suyos. Porque también tienen sus propios valores. Valores que rompen la solidaridad para dejar el campo abierto a los más fuertes y poderosos. Valores que fomentan la desigualdad y multiplican las diferencias. Valores que dividen a la gente entre triunfadores y perdedores.
Y frente a eso (que desgraciadamente, parece que cada día se extiende más por el mundo) la izquierda, los Socialistas, seguimos defendiendo una sociedad justa.
Una sociedad que no abandona a nadie y que considera a todos de los “nuestros†porque las personas mayores, que viven con una menguada pensión y mantienen en su memoria vital el largo camino desde la pobreza, en tiempos de la dictadura, hasta lograr la democracia y el Estado del Bienestar, son de los nuestros.
Porque cada una de las 150.000 personas que hoy buscan trabajo en Euskadi, para tener una vida decente, son de los nuestros. Cada familia que ha tenido que abandonar su lugar de origen y busca entre nosotros construir una vida digna, esas familias, son también de las nuestras.
Y los que luchan por la libertad en los países árabes y los que pasan hambre y viven explotados. Son de los nuestros. Porque la izquierda de verdad, los Socialistas, nos definimos fundamentalmente por una actitud ética y moral frente a los que más sufren y menos tienen. Y existimos para estar a su lado; para dar las respuestas que necesitan sus problemas; para cambiar las cosas que no nos gustan.
Y eso es lo que nos une a Facundo Perezagua y a Indalecio Prieto y a Toribio Echevarría y a Ramón Rubial y a tantos y tantos otros Socialistas: la indignación moral frente al sufrimiento ajeno.
Porque lo que nos une a los hombres de la ilustración que reivindicaron los Derechos Humanos; lo que nos une a los viejos utopistas del siglo XIX, lo que nos hace hermanos de los humanistas de buen corazón; y, sobre todo, lo que nos hace herederos de los viejos socialistas, no es un programa político (que va cambiando para ir adaptándose a las circunstancias), son nuestros valores y es una actitud ética frente a los demás.
Pero no somos unos ingenuos y unos ilusos. Sabemos que esto no es suficiente, que la actitud ética está muy bien, pero que se necesita acción para cambiar. Y a eso, nosotros, le llamamos política.
Para los Socialistas la política es el instrumento para cumplir la promesa de una sociedad decente. Por eso tenemos una forma particular de gobernar. Por eso, los nuestros son gobiernos que piensan en las personas, no en los intereses. Siempre hemos gobernado, y gobernamos, pensando en las personas y, especialmente, en los que menos tienen, en los más vulnerables.
Y hoy están aquí con nosotros, ministros y exministros, consejeros y exconsejeros, parlamentarios y exparlamentarios, otros muchos cargos públicos y hasta un Comisario Europeo. Todos Socialistas Vascos (no voy a nombrarlos, aunque me encantaría, porque todos ellos y todas ellas se merecen nuestro reconocimiento y el de la sociedad vasca en su conjunto, pero sería demasiado largo). Y todos representan muy bien esto que acabo de decir; expresan muy bien nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro en la política colectiva de Euskadi y de España.
Expresan nuestra vocación de cambiar las cosas desde las instituciones democráticas. Y están aquí porque, cumplir 125 años, es buena ocasión para ratificarnos en nuestros valores socialistas, para reivindicar nuestros ideales sin complejos. Pero es también una buena oportunidad para reivindicar, con orgullo, la aportación que ha hecho el Socialismo Vasco a la lucha por la libertad, a la consolidación de la democracia, a la modernidad y al progreso de la sociedad vasca y española.
Desde aquella reunión de 1931, en San Sebastián, a la que acudió Indalecio Prieto para poner las bases del fin de la dictadura, hasta hoy, no ha habido ningún paso significativo, ninguna propuesta de modernidad y progreso, en la que el Partido Socialista no haya sido protagonista primordial.
Hemos participado en España junto con el resto de Socialistas en todos los grandes hitos que nos han hecho avanzar como país y como sociedad. Los Socialistas estuvimos en los Pactos de la Moncloa para poner fin a la dictadura. Con Felipe González iniciamos la mayor transformación histórica de la sociedad española. Fueron sus gobiernos los que asentaron la democracia. Fueron sus gobiernos los que pusieron en pie los tres pilares básicos del Estado del Bienestar: la universalización de la educación poniendo fin al analfabetismo; la universalización de la sanidad, incorporando a millones de personas que no tenían derecho a ser atendidas en su enfermedad; y el reconocimiento de las pensiones no contributivas para todos nuestros mayores.
Fue un Gobierno Socialista el que lideró, también, la integración en la Unión Europea que tanto nos ha aportado. Y ahora han sido los gobiernos de Zapatero los que han garantizado derechos civiles a colectivos que hasta ahora vivían en la marginación. Han sido sus gobiernos los que han avanzado, como nunca, hacia la igualdad real de las mujeres.
Y han sido sus gobiernos los que han puesto en marcha la consolidación del cuarto pilar del Estado del Bienestar: el de las políticas sociales, con la ley de Dependencia para que nadie tenga que vivir en el abandono.
Y en todos estos gobiernos, los Socialistas Vascos hemos sido protagonistas (y aquí tenemos buena muestra de lo que digo). Y estamos muy orgullosos de ello.
Pero, en Euskadi, hemos sido mucho más necesarios y hemos aportado mucho más:
Hemos sido muro contra el totalitarismo terrorista.
Hemos sido los impulsores y hemos participado, en primera línea, en la consolidación del autogobierno Estatutario en Euskadi.
Hemos sido defensores de la unidad de la sociedad vasca frente a quienes, con sus planteamientos soberanistas, dividían y fracturaban Euskadi en dos.
Hemos buscado el entendimiento y la suma con los demás porque sabemos que éste país sólo puede construirse entre todos y no unos contra otros.
Hemos defendido, siempre, nuestras instituciones y el Estado de Derecho porque creemos en el sistema democrático y en la separación de poderes. Y por eso no jugamos, ni a presionar ni a sustituir a la Justicia, sino que acatamos y respetamos sus decisiones (cuando nos gustan y cuando no nos gustan), porque lo contrario es debilitar la propia democracia. Y por eso ahora no jugamos ese peligroso juego de utilizar todo para atacar al adversario (y da igual que sea la lucha antiterrorista o la propia justicia) porque es una irresponsabilidad absoluta.
Si a otros que se les llena la boca hablando de patriotismo constitucional, les da igual arremeter contra las bases mismas del sistema democrático y debilitarlo, para ganar votos, a nosotros no.
Hemos dejado siempre al margen, nuestros intereses particulares y nuestros intereses de partido, para defender (por encima de todo) el interés común de la sociedad vasca.
Hemos defendido que la convivencia de los distintos, con derechos y oportunidades iguales, será siempre nuestra mejor seña de identidad. Porque se trata de reconocer la pluralidad y la diversidad de la sociedad vasca, pero no para enfrentarla, sino para sumarla.
Y, tanto desde la oposición como desde el Gobierno, hemos trabajado por el bienestar, el progreso y la modernización de nuestro país.
Y por eso hoy quiero reivindicar la aportación de los Socialistas a la construcción y a la modernización de Euskadi, desde que Ramón Rubial, primer Lehendakari de la democracia, diera el primer impulso al Estatuto de Gernika.
Porque fue un Socialista el que puso en marcha el Sistema Vasco de Salud, Osakidetza, nuestro orgullo de servicio público.
Fueron Consejeros Socialistas los que reordenaron y pusieron en marcha el sistema vasco de enseñanza con el Pacto Escolar.
Fue un Consejero Socialista el que empezó a modernizar nuestras infraestructuras y participó en la puesta en marcha del Metro de Bilbao.
Los que pactamos los primeros Planes de Euskaldunización. Las primeras políticas sociales…
Y es, ahora, un Gobierno Socialista el que está, de nuevo, impulsado las reformas para la nueva modernidad y el sostenimiento del Estado de Bienestar que tanto nos ha costado conseguir.
Es un Gobierno Socialista el que está poniendo fin a una década de enfrentamiento identitario, reconociendo a todos la libertad de identidad.
Es un Gobierno Socialista el que ha recuperado definitivamente los espacios públicos para la libertad y la ciudadanía, poniendo fin a la impunidad de los violentos.
Somos los dos Gobiernos Socialistas, el de España y el de Euskadi, los que estamos acorralando a la banda terrorista y obligándola a un final cercano.
Somos los Socialistas los que estamos garantizando la libertad de opinión para todos, para que nunca más un ciudadano vasco u una ciudadana vasca, tenga que bajar la voz para opinar y defender sus ideas.
A cada generación le toca decidir el modelo social, el modelo de país, que quiere para su futuro. Hoy estamos en esa situación: tenemos que decir cómo queremos que sea Euskadi, como queremos vivir juntos en el futuro.
Y los Socialistas lo tenemos claro: queremos derribar las dos fronteras de injusticia que han recorrido Euskadi, la frontera de la desigualdad, y la frontera la división identitaria.
Y sabemos que la solución está en la defensa del Estado del Bienestar y en el fortalecimiento de los servicios públicos y de las políticas sociales, para terminar con la desigualdad y ofrecer a todos las mismas oportunidades en la vida.
Y que la solución es más democracia, para todos. La defensa radical de la libertad y de las instituciones democráticas para garantizar iguales derechos a todos, independientemente de las identidades personales.
Esa es nuestra propuesta. Ese es nuestro objetivo. Y ahora, que estamos ante unas Elecciones municipales y Forales, tenemos que defenderlo con más fuerza.
Frente a la derecha, que quiere aprovechar la crisis para desmantelar y privatizar los servicios públicos que tanto nos ha costado conseguir.
Y frente a los hacen llamamientos a la acumulación de fuerzas nacionalistas para volver a dividir la sociedad vasca, para volver a enfrentarnos.
La sociedad vasca nos ha brindado una enorme oportunidad, pero también nos exige responsabilidad. Miles de personas confían en nosotros para lograr una sociedad mejor. Miles de personas no tendrán a nadie en quien confiar si no estamos nosotros.
Por eso os hago un llamamiento a todos para que esta campaña sea un clamor socialista por una sociedad más justa y decente. Os pido a todos que recorramos Euskadi, pueblo a pueblo, calle a calle y casa a casa, para exponer nuestras propuestas.
Son tiempos duros, tiempos de sacrificios, y hay quien no entiende lo que nos está tocando hacer para sostener España. Pero decirles que, si los Socialistas somos necesarios en los buenos momentos, porque somos los únicos que redistribuimos la riqueza que genera éste país, para que llegue a todos, especialmente, a los que menos tienen.
Somos más necesarios ahora, porque los esfuerzos y los sacrificios tienen como objetivo impedir que nadie se quede abandonado a su suerte, no para mantener los privilegios de unos pocos como haría la derecha.
Y eso está en juego en las próximas Elecciones, por eso son tan importantes. Porque, desde los Ayuntamientos y las Diputaciones es, desde donde se empiezan a construir los peldaños de la solidaridad y no podemos dejarlos en manos de los que no creen en ella.
Pero termino, porque me estoy alargando demasiado y quiero terminar, en un día en que estamos recordando nuestro papel en éste país, con un homenaje a los que ya no están con nosotros.