¡SOLDADOS DE ESPAÑA! ¡VOLUNTARIOS DE LA PATRIA!
Aquí se congrega el pueblo de Bilbao, en sus más amplias y escogidas representaciones, para rendiros tributo espontáneo de profundo agradecimiento.
Soldados de España! ¡Voluntarios de la Patria!
Es la Villa entera que viene a deciros fervorosamente «gracias». La Villa entera de Bilbao, sometida durante once meses a la más abominable de las tiranías que conocieron los tiempos, porque no se sabía qué repugnaba más en ella: si la ferocidad criminal de los rojos, con todo su estigma de barbarie asiática, o la hipocresía refinada de los nacionalistas vascos, con toda su corte farisea de sotanas y agua bendita. No se sabe qué espectáculo era más bajo y denigrante para nuestro pueblo: si ver a sus hombres representativos, asesinados, en las cárceles y en los barcos, o el contemplar al día siguiente de la matanza cómo el Presidente Aguirre, rodeado de los Consejeros de su Partido, se dirigía solemnemente a oír misa para engañar al pueblo religioso y sembrar la confusión en las conciencias.
Pues de esta impresionante alianza entre el salvajismo bestial y la malicia cobarde nos habéis salvado Vosotros, Ejército de España y Milicias Nacionales.
Nos habéis salvado por conquista, por la fuerza, a tiros y a cañonazos en una palabra. Y es preciso proclamado y decirlo a gritos, a los cuatro vientos, para que lo sepa el mundo entero y sobre todo para que se enteren esos roedores bastante numerosos que han quedado aquí, en Bilbao, en sus madrigueras, y que ya empiezan a susurrar deslizándola al oído la frase convenida: «Bilbao se ha rendido» y un poco después esta otra: «Los gudaris fueron los que al entregarse salvaron Bilbao». Que se conozca de una vez y para siempre la verdad: BILBAO NO SE HA RENDIDO SINO QUE HA SIDO CONQUISTADO POR EL EJÉRCITO Y LAS MILICIAS CON EL SACRIFICIO DE MUCHAS VIDAS, BILBAO ES UNA CIUDAD REDIMIDA CON SANGRE. A nuestra villa no la salvaron los gudaris, sino los soldados de España, los falangistas y los requetés a costa de esfuerzos heroicos, de jornadas sangrientas de arrojo inigualado; a costa en fin de centenares de muertos.
Que quede esto bien claro: BILBAO CONQUISTADO POR LAS ARMAS. Nada de pactos y agradecimientos póstumos. Ley de guerra, dura, viril, inexorable. Ha habido ¡vaya que si ha habido Vencedores y Vencidos!; ha triunfado la España, una, grande y libre; es decir, la de la FALANGE TRADICIONALISTA. Ha caído vencida para siempre esa horrible pesadilla siniestra y atroz que se llamaba Euzkadi y que era una resultante del socialismo prietista de un lado, y de la imbecilidad vizcaitarra por otro. Para siempre has caído tú, miserable dirigente de los sindicatos ugetistas que especulaste durante años con la evidente injusticia social de un estado de cosas que efectivamente era inhumano para muchos trabajadores manuales; pero a los que nunca quisiste redimir de veras mejorando sus condiciones de vida sino que lo lanzaste a una lucha armada feroz y suicida contra el Ejército y lo mejor del pueblo español, para que mientras tanto los de tu calaña, los jefes y jefecillos, disfrutaseis de prebendas de retaguardia, sirviendo de paso los intereses turbios de los agentes extranjeros de la revolución comunista. Para siempre has caído tú, rastacueros del nacionalismo vasco, mezquino, rencoroso y ruin, que jugaste a personaje durante los once meses del crimen y robo en que te encaramaste al poder; mientras los pobres gudaris cazados a lazo como cuadrúpedos en las aldeas se dejaban la piel en las montañas de Vizcaya, muriendo sin saber por qué, acaso convencidos de su ignorancia cerril de que luchaban por la causa de Dios. Para siempre (todo hay que decirlo) desaparecerá también de nuestra tierra ese clero secular, o regular, que daba durante los últimos años el lamentable espectáculo de la traición a la Patria desde las gradas sacrosantas del altar o desde las alturas del púlpito. La gran vergüenza del clero separatista, ésa también se acabó para siempre.
Ha triunfado en cambio la España nueva. Sobre los falsos ídolos, arrojados de sus pedestales por las bayonetas de nuestros soldados, se levantará el edificio del nuevo Estado, cimentado sobre la base de la unidad interna, de la justicia social y de la independencia exterior. Unidad interna, indiscutible e inapelable, con disciplina militar y servicio riguroso del interés común. Hasta ahora, amigos, podían discutir los polemistas en dialécticas estériles sobre los supuestos derechos de Vizcaya a su autonomía o gobierno propio. Desde ahora hay una razón que está por encima de todas las argucias históricas y de todos los papeleos abogadescos. La razón de la sangre derramada por Vizcaya es otra vez un trozo de España por pura y simple conquista militar. La espada de Franco ha resuelto definitivamente el litigio curialesco del vizcaitarrismo y lo ha resuelto de acuerdo con el sentir auténtico de Vizcaya, de acuerdo con la verdadera tradición vizcaína, de acuerdo, no lo olvidéis, con la honda e intensa zona de opinión de la Vizcaya española formada por unos puñados de hombres y mujeres patriotas, exaltados, que no ya desde el 18 de julio, sino desde el 14 de abril, lucharon en nuestra tierra con alma y vida por defender la sacrosanta unidad de la Patria.
La justicia social es otro de nuestros imperativos fundamentales. No ha triunfado un régimen de privilegio, sino un sistema de hondo, de auténtico sentido humano, en el que el trabajo es el primero de los valores en la escala de la jerarquía social. La España que ha vencido sabrá someter las clases al más estricto servicio del interés nacional. No más huelgas, pero también no más especuladores sin conciencia. No más obreros al servicio de Rusia, pero también no más financieros sin patria al servicio exclusivo del becerro de oro.
Finalmente nuestra independencia exterior. ¡Atención! ¡Leguleyos de Ginebra, masones, escoceses y obispos comunistas de la Iglesia protestante! ¡Atención! Frente Popular francés y Komintern de Moscú. La garra de vuestro dominio sobre el solar de España la hemos coreado a hachazos. Ya no será posible que soñéis en hacer de Euzkadi una colonia y de Cataluña un protectorado para vuestras invasiones criminales. España ha recobrado la plena independencia de su soberanía. En uso de ella proclama bien alto su amistad hacia los grandes países europeos amigos que en estas horas trágicas de cruzada nacional están junto a nosotros, la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y el Portugal de Oliveira Salazar. A los pueblos de Inglaterra y Francia se lo ha advertido ya con toda lealtad el Caudillo Franco: Que no se sorprendan mañana si nuestra política exterior cierra sus puertas a quienes en días de prueba para nuestra Patria nos demuestran su enemistad.
¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la Patria! Ante la memoria de los que cayeron para siempre fecundando con su sangre la tierra y los montes de Vizcaya, el pueblo de Bilbao jura lealtad eterna a la nueva España y a su Revolución Nacional.
Saludo a Franco ¡¡¡Arriba España!!!
Enviado por Enrique Ibañes