Toma de posesión como alcalde de Barcelona

Dignísimas autoridades, tenientes de alcalde, concejales, compañeros del Ayuntamiento, familia, amigas y amigos.

Permitidme que mis primeras palabras sean para intentar expresar emociones. Para explicaros cómo me siento hoy, en este acto especialmente solemne.

Me siento profundamente honrado. Me siento pleno de ilusión y, al mismo tiempo, sereno y consciente de las responsabilidades que hoy asumo.

Me siento, por encima de todo, muy agradecido a tantas y tantas personas que durante los últimos días me han transmitido su calidez, su proximidad.

Los días precedentes han sido de una gran intensidad. Un proceso ciertamente corto e intenso, de relevo a la Alcaldía. Ha sido, a pesar de la inmediatez del traspaso, un proceso en el que muchas personas han hecho un gran ejercicio de generosidad y de corresponsabilidad.

Tengo que estar agradecido a mucha gente: en primer lugar a Joan Clos. Compañero que empecé a conocer como Alcalde cuando yo entré en el Ayuntamiento, en 1997. Hacía dos meses que él había asumido su cargo y yo empezaba, más joven, una trayectoria en el Ayuntamiento que me ha llevado donde hoy estoy.

Joan Clos: un hombre que ha sabido liderar la gran transformación que Barcelona ha experimentado en los últimos diez años.

Un cambio que ha situado a Barcelona a un gran nivel. En su proyección internacional, en el ámbito económico, en la mejora de las grandes infraestructuras, en su proyecto cultural, en equipamientos y servicios de primer orden, mejora de la calidad de vida en los barrios, proyectos colectivos de grandes vuelos.

La Barcelona de hoy es muy diferente a la de hace diez años.

Joan Clos es el Alcalde de la recuperación urbanística del litoral, el Alcalde del retorno del Tibidabo a la ciudad; el de la aprobación de la Carta Municipal; el de la abertura de la Diagonal hasta el mar, el de la red de bibliotecas, el Alcalde de los equipamientos para todos los barrios; el del Parque de la Investigación Biomédica, el Alcalde que, como nadie, ha sabido entender la necesidad de Barcelona de ser innovadora, atrevida, abierta, cosmopolita, metropolitana y grande.

También quiero expresar mi agradecimiento a los socios del equipo de gobierno, que han contribuido – con responsabilidad, con complicidad política- a reeditar un acuerdo de gobierno municipal de progreso y catalanista hoy más vivo y fuerte que nunca. Un acuerdo que expresa políticamente la voluntad de una gran mayoría de nuestra ciudadanía.

Permitidme, también, unas breves palabras de agradecimiento a los compañeros del grupo municipal socialista y al resto de compañeros de mi partido, el Partit dels Socialistes de Catalunya: un conjunto de hombres y mujeres que, desde la llegada de la democracia a los ayuntamientos, hemos hecho del municipalismo una pasión.

Una traducción, práctica, a pie de calle, de los valores de la libertad, la igualdad y la justicia social.

Un proyecto colectivo que ha permitido reeditar, conjuntamente con otras fuerzas progresistas, gobiernos municipales sólidos y estables que han ido transformando la Barcelona llena de incógnitas y un poco acomplejada de finales de los setenta en la Barcelona dinámica de hoy, que linda con decisión las grandes cuestiones de este final de siglo.

Hoy asumo un gran reto personal y colectivo. No lo hago, sin embargo, partiendo de cero. Tenemos en nuestro haber veintisiete años de trabajo hecho -y muy bien hecho- por los alcaldes que me han precedido: Narcís Serra, Pasqual Maragall y Joan Clos.

Nuestra ciudad tiene hoy todos los indicadores de una ciudad saludable, dinámica y vital. Disfrutamos de un crecimiento económico que supera al de nuestro entorno inmediato. Un progreso fundamentado en nuevos sectores económicos como la producción cultural, el turismo o las nuevas tecnologías que nos han permitido superar, definitivamente, el tráfico de aquella Barcelona industrial en la Barcelona del siglo XXI.

No es menos cierto, sin embargo, que hoy Barcelona – como tantas otras grandes ciudades europeas- está viviendo transformaciones rápidas, profundas y a todos los niveles.

Aquella Barcelona homogénea de los años setenta es hoy mucho más compleja, mucho más diversa. Y esta nueva diversidad se manifiesta en todos los ámbitos:

En el ámbito demográfico – porque hoy el 16% de nuestra población es nueva inmigración procedente, básicamente, de más de una docena de países diferentes.

En el ámbito económico – porque a pesar del aumento global de la riqueza, esta no se traduce automáticamente en mejor bienestar para todo el mundo, en una reducción de las desigualdades.

En el aspecto generacional – porque hoy se incrementan las tendencias y las opciones, las posibilidades y la información, y eso diferencia a los mayores de los jóvenes.

En el ámbito cultural y de los valores – porque hoy los ciudadanos expresan más radical y públicamente sus preferencias, sus opciones vitales, sus exigencias de mejora individual y colectiva.

Hoy, en definitiva, afloran nuevas incertidumbres y nuevas desigualdades. Hay ciudadanos que, legítimamente, sienten que no participan lo suficiente en el progreso global. Y es tarea de los gobiernos, y también de los gobiernos locales, actuar para hacer llegar a los ciudadanos los beneficios -concretos y palpables- de este crecimiento económico global.

Este es, en definitiva, el nuevo reto que tenemos ante nosotros: cómo dar respuesta, desde un proyecto social y de progreso, a estas nuevas realidades. Cómo, sin dejar de crecer económicamente, sin dejar de ser una ciudad abierta y cosmopolita, hacer de Barcelona un ejemplo de cohesión social, de convivencia, de calidad de vida y de proximidad al ámbito europeo.

Como damos respuesta, buscando la igualdad y la justicia social, a los efectos no deseados del dinamismo creciente en la ciudad. Desde el uso del espacio público hasta la necesidad de más limpieza, más orden, más condiciones para la seguridad, de más vivienda asequible, de más transporte público para todo el mundo. En definitiva, de una mayor calidad de vida.

Hacer un repaso a los objetivos que nos fijamos en el Programa de Actuación Municipal para este mandato es evidente. Entonces hablábamos del civismo; de la vivienda asequible; de la autoridad y la convivencia; de la apuesta por el mantenimiento y la limpieza del espacio público; del bienestar y la cohesión; de la participación como valor democrático; de la sostenibilidad y la movilidad; de la innovación y las nuevas oportunidades.

Echar una mirada al balance de gobierno de lo que podemos hacer a día de hoy es un buen ejercicio para evaluar el grado de consecución de nuestros compromisos con los ciudadanos. La cartera de trabajo hecho es muy larga. Pero todavía queda trabajo por hacer: mi objetivo como Alcalde para los próximos meses es completar la acción de gobierno de este mandato municipal.

Pero nuestra ambición quiere ir más allá.

Yo me imagino una Barcelona capaz de saber casar el progreso económico global con el progreso y el bienestar personal, de todos los que viven aquí.

Yo me imagino una Barcelona excelente en creatividad, en nuevas economías, despierta, abierta, innovadora y atrevida. Pero también me imagino una Barcelona cohesionada socialmente, justa y preocupada por las necesidades cotidianas de sus residentes.

Yo me imagino una Barcelona excelente en la prestación de los servicios públicos, próxima, capaz de resolver con eficacia los problemas diarios de la gente, desde los grandes problemas a los más pequeños.

Yo me imagino, en definitiva, una Barcelona que mira hacia allá y que tiene los horizontes muy altos y escucha lo que pasa en el mundo, pero también una Barcelona que mira hacia dentro y que cuida a su gente, sin excepciones y hasta el último detalle. Un Ayuntamiento no puede hacerlo todo, pero sí se debe preocupar por todo. Porque nada de lo que les pasa a los ciudadanos de Barcelona nos debe ser ajeno.

Ahora es el momento de recoger la herencia de los alcaldes que me han precedido e insistir nuevamente en una Barcelona social.

Quiero dirigirme a la gente de Barcelona:

A los jóvenes que buscan nuevas oportunidades de trabajo, de vivienda. A los jóvenes os digo que seguiremos trabajando para poner las condiciones que hagan posible la emancipación como forma de expresión de la libertad individual. Seguiremos trabajando en la construcción de viviendas de alquiler para jóvenes, apostando por la formación y el conocimiento como generadores de oportunidades y atentos a la expresión social y cultural de nuevos valores y nuevas sensibilidades.

A los emprendedores, que tienen la valentía, la ilusión y la fuerza de sacar adelante proyectos innovadores. A vosotros os digo que seguiremos poniendo las condiciones para hacer viable vuestros proyectos como apuesta estratégica en la gestión y la promoción de nuestra base económica y cultural.

A la gente mayor, a aquellos que son plenamente autónomos y participan activamente, pero también los que no lo son y necesitan apoyo. Trabajaremos en los dos sentidos, devolviendo en forma de equipamientos y servicios la aportación que hacéis a la vida social de la ciudad, pero también afrontaremos las necesidades de las personas mayores que necesiten un refuerzo de su autonomía personal cuando esta se convierte en un reto vital.

A las familias, unidades básicas de cohesión y solidaridad. Creo sinceramente que como estructura social básica que organiza la convivencia, las familias, tengan la forma que tengan, merecen que seamos capaces de innovar en políticas públicas para fortalecerlas.

A los comerciantes, que dan vida a nuestros barrios y participan en la construcción colectiva de la ciudad. A vosotros os digo que la Barcelona de hoy no se podría explicar sin vuestra complicidad. Seguiremos contando con vosotros en la definición del urbanismo comercial pero también como catalizadores, como agentes sociales que veis la ciudad todos los días a pie de calle.

A las mujeres, que con vuestra incorporación masiva al mercado laboral estáis protagonizando una parte importante del crecimiento económico diferencial de nuestra ciudad, y toda una revolución en muchos otros aspectos. A vosotros os digo que haremos todo lo posible para contribuir a hacer de la conciliación de la vida laboral y familiar uno de aquellos deseos que nos hacen mejores como sociedad. Que seguiremos construyendo jardines de infancia y que promoveremos estrategias de incorporación laboral en nuevos sectores de actividad.

A las personas con discapacidad, porque su lucha por romper barreras nos hace evidente la necesidad de avanzar en la igualdad de oportunidades. A vosotros y a vuestros colectivos organizados os quiero decir que seguiremos reconociendo el papel que a menudo habéis hecho, de complemento y, en algunas ocasiones de sustitución de los servicios públicos; en el terreno de la formación, en el de la ocupación y más recientemente en la cuestión de la vivienda.

A los nuevos inmigrantes, que han llegado a Barcelona buscando una vida mejor. Queremos añadir a sus deberes de ciudadanía, el ejercicio pleno de los derechos. La experiencia histórica de nuestra ciudad nos dice que de aquí a no más de 10 años, formarán parte inseparable de la ciudad. No nos podremos explicar a nosotros mismos sin vuestra aportación, y por eso es necesario que hoy trabajemos juntos para reducir los riesgos de exclusión. Barcelona siempre ha sido una ciudad de acogida, en un país de acogida.

Y todos los trabajadores y trabajadoras, sabed que continuaremos profundizando en las políticas de formación y de fomento de la ocupación. Hoy Barcelona ya acoge más de un millón de puestos de trabajo, la mejor receta para generar oportunidades.

Y no me gustaría dejar de dirigirme al tejido asociativo, a las entidades y colectivos que definen el capital social de Barcelona. Sois un activo fundamental de la ciudad.

Os conozco porque hemos trabajado codo con codo. Tanto con los que representáis un sector entero de la ciudad como con las asociaciones de barrio. Tanto las que defendéis a los vecinos hasta las que lleváis adelante proyectos de cooperación internacional, o como los clubes deportivos. Sin olvidar las comisiones de fiestas que con ilusión y mucho esfuerzo sacáis adelante multitud de fiestas mayores de Barcelona. Todos sois la expresión de lo mejor que tiene esta ciudad.

Quiero ser capaz siempre de poner cara y ojos a la ciudad. De poner en cada cosa, en cada proyecto, un rostro. Soy el Alcalde de la Ciudad de Barcelona, pero sobre todo, me propongo ser el Alcalde de la Gente de Barcelona.

Eso es lo que he aprendido en los años que llevo en el Ayuntamiento: desde la proximidad a los barrios, hablando y, sobre todo, escuchando a la gente, he comprobado que los grandes conceptos esconden realidades vividas en primera persona.

Mi compromiso pasa por dar sentido a los grandes conceptos desde la transformación de la realidad cotidiana. Yo no entiendo una Barcelona grande, sin límites, que no sea capaz, al mismo tiempo, de permitir a cada uno de sus ciudadanos el desarrollo de su proyecto individual.

La gobernabilidad de las grandes ciudades únicamente se puede construir a partir de dos miradas complementarias: la mirada sobre la ciudad global y la mirada sobre la ciudad que viven los vecinos y las vecinas.

La mirada sobre la ciudad global es la que nos define una agenda que no se puede rehuir de ninguna manera, porque supone la estructura sobre la que se construye el resto. Es decir: que Barcelona linde, como es necesario, el futuro del Puerto y el Aeropuerto; que las nuevas infraestructuras de transporte público avancen al ritmo que corresponde; la generación de oportunidades por la implantación de la nueva economía a la ciudad; la definición de una estrategia pactada hacia la actividad turística; o el posicionamiento hacia el triángulo universidad-empresa-ciudad.

Todos son aspectos que nos posicionan como ciudad, capital de Cataluña, y epicentro de una importante Región Metropolitana que contribuye a posicionarnos en una Región Europea mayor.

Esta mirada sobre la ciudad global pasa también por la relación con el resto de las administraciones. Si queremos construir una ciudad que aproveche las oportunidades, es necesario que lo hagamos con la complicidad y el apoyo inequívoco del gobierno del Estado y el gobierno de Cataluña. Me dirigiré a ellos siempre que sea necesario, sin rehuir ninguna responsabilidad, para defender los intereses legítimos de Barcelona.

Y también hay que explicitar que no renunciaremos al Gobierno Metropolitano porque es imprescindible como estrategia para resolver ciertos problemas que solo tienen solución en clave metropolitana.

Pero, como os decía, esta mirada sobre la ciudad global no es suficiente. Hace falta que añadamos la mirada sobre la ciudad vivida. Que seamos capaces de identificar los nuevos retos y las nuevas oportunidades, también en el terreno local.

Tengo la profunda convicción de que la ciudad es, por encima de todo, convivencia. Una convivencia que requiere estar cultivada, mimada, desde los gobiernos locales. Hace falta que establezcamos las bases a fin de que nuestros barrios sean los referentes de pertenencia que ligan a las personas como individuos con un proyecto colectivo.

El sentimiento de pertenencia, el orgullo de vivir en un barrio de la ciudad, es el mejor cimiento para la convivencia. Y para que eso sea posible, hace falta que nosotros, los gobiernos locales, el Ayuntamiento, y el Alcalde al frente, sitúen como prioridad política la convivencia. Esta prioridad se traduce en acciones y servicios concretos que se asoman al espacio público.

La seguridad, la gestión de la movilidad, la limpieza y el mantenimiento del espacio público forman parte del paquete de servicios mínimos indispensables a fin de que nuestro concepto de ciudad sea viable. Hablo concretamente de poner en valor los servicios municipales básicos, hablo de coordinación, hablo de recursos humanos suficientes y presentes siempre en el territorio.

También debe ser una prioridad el acceso a la vivienda, y a nadie se le escapa que este es uno de los aspectos más complejos que tenemos que afrontar. Los gobiernos locales no disponen de todas las herramientas para incidir en los mecanismos que intervienen en el mercado inmobiliario. No tenemos «LA» solución al problema de la vivienda, pero sí podemos dar soluciones concretas.

Podemos seguir impulsando la construcción de viviendas de alquiler para jóvenes y mayores. Podemos seguir promocionando planeamientos urbanísticos que se acerquen, como estamos haciendo en estos momentos, a que el 50% de las nuevas viviendas tengan algún tipo de protección. Podemos seguir reforzando la rehabilitación de una parte del parque de viviendas de la ciudad.

En los últimos años, las reformas urbanísticas nos han permitido recuperar y ganar nuevos espacios públicos. Ha sido una estrategia que nos ha definido como ciudad, así lo reconocen los de fuera, pero, sobre todo lo valoran los ciudadanos como fórmula que permite la redistribución de la riqueza y el reequilibrio entre los diferentes barrios de la ciudad.

Es en este punto donde se sitúa la mayor amenaza para la ciudad como espacio de convivencia y que hemos podido constatar en el caso de algunas ciudades de nuestro entorno. Esta amenaza es la segregación. Es la desvinculación del conjunto de la ciudad de una de sus partes, sea por la especialización en la actividad que se desarrolla, sea por la concentración de una determinada población, sea porque el espacio público es apropiado de forma exclusiva por alguien.

Trabajaremos por la ciudad compacta, inclusiva, sin excepciones ni segregaciones. Seguiremos haciendo todo eso, y mi compromiso es innovar también en este terreno pero reconociendo la complejidad de los fenómenos que a menudo pasan las competencias municipales y los recursos disponibles.

Quiero expresaros una última idea. Todo eso, todo lo que me propongo como Alcalde quiero hacerlo como he aprendido que se deben hacer las cosas en Barcelona. Desde la proximidad y también desde el diálogo. Estas son las premisas, las condiciones que nos permiten siempre avanzar.

La proximidad y el diálogo implican, por encima de todo, capacidad de escuchar, antes de decidir. Hoy en nuestra ciudad, en nuestros barrios, no se afronta ningún proyecto sin escuchar. Y creo firmemente que así tiene que seguir siendo, también desde la Alcaldía.

Pero, al lado de la proximidad y el diálogo, también quiero expresaros que creo que la firmeza, el rigor y la convicción son también valores fundamentales en el ejercicio de nuestras responsabilidades.

Firmeza, para defender aquello que claramente configura lo que entendemos como el interés general. Con otras palabras, el bien común.

Rigor, para hacer del ejercicio de gobernar una permanente muestra de honestidad personal y política, de competencia y solvencia, que nos obliga a cumplir con los compromisos, con la palabra dada, y también a saber decir NO cuando toca.

Y convicción, que quiere decir tomar decisiones sobre la base de los valores y creencias que configuran nuestro ideario político.

Quiero acabar con una petición. Con la formulación de un deseo en voz alta. Quiero pediros a todos que seamos capaces de mantener el orgullo de vivir en Barcelona. Un orgullo que no nos puede llevar al alejamiento de la realidad, de lo que pasa en nuestras calles, en nuestros barrios.

Tenemos que hacer tangibles y reales los beneficios de vivir en Barcelona. La nuestra tiene que ser una ciudad donde todo el mundo quiera vivir, porque tiene valores añadidos, porque se vive mejor, porque es amable y próxima.

Quiero dirigirme también a los trabajadores y trabajadoras municipales. El Ayuntamiento como organización ha sido motor de transformación y cambio de esta ciudad. La contribución de todos juntos, vuestra complicidad, es imprescindible a fin de que lo continúe siendo en el futuro.

Tenemos la suerte de ser hijos de una Barcelona admirada, querida, envidiada por todo el mundo. De tener una Barcelona bonita, culturalmente dinámica y arquitectónicamente brillante.

Tenemos la suerte de ser hijos de una ciudad pionera en la gestión del espacio público, valiente y creativa en la definición de nuevas soluciones a problemas nuevos. Una ciudad generosa, receptora y que se reinventa a cada momento.

Procuraré, humildemente, ser digno de la suerte que he tenido. La suerte de ser Barcelonés y, hoy, la suerte de recibir el inmenso honor de ser Alcalde de Barcelona.

Procuraré ser fiel a mis convicciones y liderar el proyecto colectivo que es Barcelona. Y procuraré hacerlo escuchando a todo el mundo, bajando siempre a pie de calle, al lado de las personas, de los problemas, de la gente.

¡Viva BARCELONA!
¡Viva CATALUNYA!