El Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias, de Martín Lutero (publicado en latín: Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum), más conocido como Las 95 tesis, fue una carta de Martín Lutero dirigida a la Iglesia de Roma, en la que desacredita la doctrina papal sobre las indulgencias. Esta publicación —clavada por Lutero, de acuerdo a la tradición, en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517— comenzó un debate teológico que desembocó en la Reforma y el nacimiento de varias tradiciones dentro del cristianismo, tales como el luteranismo, el presbiterianismo y el anabaptismo.
La iglesia del Palacio de Wittenberg era el lugar donde se guardaba una de las colecciones individuales de reliquias más grandes de Europa, acumuladas por Federico III, príncipe de Sajonia. Las reliquias eran aquellos objetos que muchos católicos medievales consideraban “santos” por haber presuntamente pertenecido o estado en contacto con un santo católico (incluso partes del propio cuerpo fallecido). De acuerdo a estas creencias (que posteriormente fueron refrendadas por la Iglesia católica en el Concilio de Trento), su contemplación otorgaba méritos al espectador, de modo que podía recibir la absolución del castigo por sus pecados en el purgatorio. Hacia 1509, el príncipe elector llegó a poseer alrededor de 5.005 piezas, incluyendo varios frascos con la leche de la Virgen María, paja del pesebre donde nació Jesús y el cadáver entero de uno de los inocentes masacrados por orden de Herodes el Grande. Estas reliquias eran mantenidas en relicarios (recipientes artísticos labrados sobre todo en plata dorada) y exhibidos una vez al año para que los fieles las venerasen. En 1509, cada devoto visitante que hizo alguna donación para el sustento de la Iglesia del Palacio recibió una indulgencia de cien días por cada reliquia. Antes de 1520, la colección de reliquias del Elector había aumentado hasta las 19.013 piezas, lo que permitía a los devotos peregrinos que donaran a la Iglesia del Palacio recibir una indulgencia que reduciría su tiempo en el purgatorio por 1,9 millones de días.
Las acciones de Lutero, sin embargo, no iban inicialmente contra la colección de su soberano, sino en respuesta a la venta de indulgencias por parte de Johann Tetzel, un sacerdote de la Orden de los Hermanos Predicadores (dominico), comisionado por el arzobispo de Maguncia y por el papa León X. El propósito de Tetzel era desarrollar una campaña de recolección de fondos para financiar la renovación de la basílica de San Pedro en Roma, y aunque el príncipe de Lutero, Federico III de Sajonia, y el príncipe del territorio vecino, Jorge el Barbudo, duque de Sajonia, prohibieron la venta en sus dominios, feligreses de Lutero viajaron para comprarlas. Cuando estos creyentes venían luego a confesión, presentaban las indulgencias plenarias que habían adquirido, demandando que ya no necesitaban arrepentirse de sus pecados, puesto que el documento prometía perdón para todos ellos y más.
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