¿Qué podemos aprender de la Revolución de Octubre, cien años después? A principio del siglo XX, la popularidad internacional de los consejos obreros, las huelgas y las insurrecciones bolcheviques inspiraron a comunidades y proletarios del mundo entero. La «luz liberadora» (Ilya Grigoryevich) que venía de Rusia propició otras revueltas y revoluciones que marcaron la historia de la humanidad. En Europa, basta mencionar los sóviets de Baviera (1919) y Hungría (1919), las comunidades agrícolas de inspiración comunista libertaria en Ucrania (1918-1921), los consejos obreros de Turín (1919-1920) o los movimientos anticapitalistas de Irlanda (1918 -1923). Sin embargo, el leninismo terminó convirtiéndose en una doctrina opresiva.
Pronto, la dictadura burocrática y criminal de Stalin acabó imponiéndose en Rusia y en la III Internacional. El nuevo régimen se fue alejando progresivamente de los ideales de democracia y emancipación popular hasta comprometer la misma esperanza del socialismo.
El centenario 1917-2017 es una buena ocasión para no conformarse con las justificaciones históricas y revisar algunos aspectos de las doctrinas políticas y filosóficas que impulsaron la Revolución rusa.
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