CUALQUIER tarde puede ser idónea para hablar de política. Más aún si hablamos de una tarde andaluza, como la malagueña del pasado 3 de octubre, donde tan sólo unos pocos locos decidimos levantar la mano para pedir una cerveza o una copa de vino entre palabras que suenan siempre a consejos para arreglar el mundo. Imma Aguilar llegó a Alea como quien llega a poner orden en una casa. Eso quiso hacer ella en esa campaña de primarias cuyo candidato, conociéndola, no podía ser otro que Edu Madina. Quiso coger el timón de un barco desgastado y girar hacia un rumbo nuevo, quizás desconocido, pero al menos el nuevo que muchos demandaban. Quiso poder orden en el caos, luz donde no la había, creatividad en lo nimio y pasión en el desgaste de muchos años.
Pero era absurdo que Antonio J. Guzmán o yo la presentáramos en el estreno de Beers & Politics Málaga. Los dos conocemos bien a esta gran profesional, pero quien mejor podía hablar de ella era su candidato.
«A veces me la encontraba sujetando la estrategia de campaña en conceptos académicos que algunos de nosotros desconocíamos. Otras veces, la escuchaba diseñar las líneas de comunicación política con un conocimiento del mapa de la comunicación nacional realmente sorprendente.
Entre tanto motivaba al equipo y le hacía funcionar en un ambiente complejo, difícil, a ratos hostil…
Además de todo eso a mí personalmente me hizo alcanzar el estado de ánimo necesario para un reto de enorme dificultad y una campaña larga para la que no teníamos experiencias previas.
Construyó estrategias, coordinó al equipo, saco lo mejor de cada uno de ellos y consiguió que yo hiciera cosas que no sabía que podía hacer.
La realidad es que todo lo bueno que hicimos fue responsabilidad suya y de todos los genios que reunió en el equipo de campaña.
Lo que no salió bien -resultado final incluido-, lleva mi firma.
Tengo a veces la sensación de que, de alguna manera, fui yo quien no supo estar a su altura.
Tienen ustedes delante a una auténtica número 1.
Eduardo Madina»
Así la presentó Edu. Así trasladamos sus palabras aquella tarde. Y entre la sonrisa de quien recuerda un cercano pasado que pudo ser mejor, Imma Aguilar compartió su experiencia como directora de la campaña de este político vasco.
“Vamos a hablar de democracia radical”, dijo, “¿hubiésemos podido hacer lo que queríamos? No lo sé”, se sincera. Porque sí había grandes intenciones de transformación hacia lo que parece obvio en nuestro tiempo pero que ningún partido de los de siempre quiere ver. Arrancó su charla hablando del 15M y de la consecuencia del nacimiento de la nueva política. También del escaso apoyo que tuvieron del partido a lo largo de la campaña. Y una frase para reflexionar: “las primarias son la gran esperanza de los ciudadanos para que ellos piloten la transición”. Imma es de las que piensan que la gente no quiere participar, “lo que quiere es influir y cambiar, con su aportación, las cosas”.
¿Son las primarias una estafa? Bajo su experiencia, era consciente de que oía los disparos, iban tras ellos, tan sólo porque diseñaron una campaña radical cuyo objetivo era romper con los esquemas del convencionalismo. “Y en este escenario toman protagonismo las primarias abiertas, esas votaciones para que el electorado escoja a quien cree que puede ser el mejor candidato para ganar las elecciones. Esa fue precisamente la gran promesa socialista, todavía por cumplirse. Ese producto, uno de los más valiosos e importantes de su escaparate, generó una enorme ilusión entre el electorado progresista, y no solo entre la militancia del PSOE, porque significaba el primer paso hacia un proceso de regeneración democrática”, escribe Imma en El Confidencial. Era consciente de que la intención de la sociedad había que medirla también en términos cualitativos, no tanto de cuánta gente iba a ir a votar, sino de qué quería la gente.
Diseñaron dice, una campaña basada en el amor, pilotada por profesionales ajenos al carné del partido, liderada por una mujer, basada en la movilización, abriendo puertas y ventanas para que todo aquel que quisiese se sintiese libre para ayudar. Era la primera vez que se hacía esto, independientemente de errores o no estratégicos en función de la audiencia que escogieron para movilizar. Según Imma, Edu decía: “Tenemos que hacer una campaña bella, no podemos engañar a nadie. Que sea pura, de verdad y para cambiar España”.
Lo intentaron. Como también se intentó en el 20N y no se logró, al menos, el objetivo que se marcaron. Pero en campaña electoral, siempre se aprende más de las derrotas que de las victorias. Y de esta campaña todavía hay que aprender muchas cosas.