DIANA RUBIO
El protocolo, regido por normativa y o costumbre, viene determinado por los rituales y el ceremonial que de manera innata tiene la religión.
La fe, la esperanza y unos valores determinados dan sentido a cada una de las religiones existentes actualmente en el mundo, siendo de las mas numerosas, la católica.
La sede principal de esta religión se encuentra actualmente en el Vaticano, situado en Italia y que hace visible una relación triple digna de consideración, haciendo a este emblemático espacio especial: la unión de la política, la religión y el protocolo.
En este microestado, se encuentra la Santa Sede, de la cual es la máxima autoridad dentro de la religión católica junto con la responsabilidad del cargo de Jefe del Estado, concentrando el poder político y religioso en la misma persona, El Papa. Junto con estas dos, tambien ostenta el rol de jefe ceremonial de la Guardia Suiza, la mas pequeña del mundo y la que custodia la seguridad de la ciudad estado.
El segundo de abordo, es el Secretario de Estado que también pertenece a la Iglesia Católica y tendrá funciones mas políticas que las de Su Santidad.
A la hora de comunicar institucionalmente, se entremezcla lo oficial con lo religioso, siendo el protocolo el que le da sentido al programa, a los rituales que en él se concentran. Dentro del Vaticano, el protocolo y concretamente el ceremonial encuentra un lugar privilegiado en el que poder continuar con las costumbres y tradiciones en sus rituales, como son las visitas oficiales, la entrega de cartas credenciales o las audiencias con liturgia que suelen celebrarse los miércoles, sin olvidar la bendición papal “urbis et orbe” y la elección del nuevo pontífice, una ceremonia que significa el comienzo de una nueva era para la política y la religión.
Si hablamos del ritual que se lleva a cabo para la elección de Papa, ésta se realizó a consecuencia de la abdicación del Pontífice anterior, siendo una situación anómala la actual en la que encontramos dos Papas vivos en la misma era, el honorífico Benedicto XVI y el que lleva a cabo las gestiones y representación de la iglesia y el estado del Vaticano, Francisco I.
El cónclave , nombre común que se utiliza para esta ceremonia de elección de nuevo papa, conlleva ciertos aspectos democráticos que nos recuerdan a las votaciones en pleno de una institución municipal. Los 115 cardenales, tras un largo proceso de votaciones, deberán ponerse de acuerdo para conseguir dos tercios totales en la misma línea y poder designar de esta manera a un nuevo Papa. Cuando se hace referencia a largo proceso, lo hacemos de manera literal, ya que los votantes tienen la obligación de no abandonar la sala de decisiones en la que se encuentran hasta que haya un acuerdo entre ellos.
Esta votación conlleva un ceremonial específico, donde cada cardenal en una papeleta rectangular deberá escribir tras la frase “ Eligo in Summum Pontifice” el nombre de su elegido, depositándola después en una urna en el altar de la sala, sobre la que dirá el siguiente juramento: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, debe ser elegido.” Como máximo cada día se podrán realizar cuatro votaciones, y en el caso de que en los tres primeros días no lo hayan conseguido, los cardenales tendrán un descanso de 24 horas, para renovar fuerzas y continuar con el proceso.
Hablar de ceremonial también es hacerlo de simbología, siendo el mismo lenguaje que utilizan uno de ellos, el latín. La popular fumata blanca sería otro de los símbolos mas reconocibles de que se acerca la última parte del acto e imagen de que ya hay nuevo Sumo Pontífice elegido. Tras ella y junto con el tañido de las campañas, el nuevo Papa es anunciado con la fórmula “Habemus papam”, siendo posteriormente presentado en el balcón, desde el cual saluda, da su primer discurso y la primera bendición “urbis et orbe”.
Si hay un elemento protocolario afamado en el Vaticano, es la etiqueta tanto del Pontífice como de los invitados. La etiqueta viene definida como el comportamiento y la indumentaria que se utiliza para un acto o contexto determinado.
En el caso de su Santidad, elementos como la mitra (que también se encuentra en el escudo actual del pontificado), la casulla, el pálio o el báculo se harán visibles durante las ceremonias litúrgicas, pero si hay un elemento a destacar es el denominado “anillo del pescador”. Este accesorio que representa a San Pedro pescando en su barca, encuentra grabado el nombre del pontífice que inaugura esa nueva era. Este emblema se utiliza como sello identificativo para firmar determinados documentos como las denominadas breves papales. Pero si el anillo en sí es un símbolo, el ritual de colocación y extracción de éste también, ya que dependerá de la figura del camarlengo, el administrador principal de la Santa Sede.
La etiqueta de los invitados que acuden a las audiencias en Santa Sede tambien conlleva una serie de formalidades que se deben cumplir:
En el caso de las mujeres, vestido de falda por debajo de la rodilla, medias y mantilla, todo de color negro. Los hombres traje completo negro y camisa blanca, aunque tradicionalmente se sugería el llevar frac.
Pero en este requerimiento, existe el denominado privilegio del blanco, del cual sólo se benefician las reinas católicas y que supone la posibilidad de ir vestida de blanco ante el sumo pontifice. La Reina Paola de Bélgica y la Reina Sofia de España son ejemplos de este nexo de unión religioso y monárquico. Si hablamos de la reina Letizia, esta también contempla ese privilegio, sin embargo, ha optado por utilizarlo a medias, faltando la mantilla en sus visitas al Vaticano.
Comentadas fueron las interpretaciones de estas sugerencias de etiqueta por parte de la Primera Dama norteamericana Melania e Ivanka Trump, quienes en vez de una mantilla, optaron por velos similares a los usado en ceremoniales matrimoniales pero del color que estipula el protocolo, negros.
Si seguimos comentando el protocolo en el Vaticano, existe cierta desinformación al respecto en cuanto a actitudes y acciones llevadas a cabo por el Jefe de Estado, que se han identificado como prácticas protocolarias cuando en realidad no lo son. Muchas son las noticias donde hemos visto cómo el Papa ha bajado en una visita del conocido “papa móvil”, ha saludado a algún espectador de entre el público e incluso ha dado un beso a un mandatario, achacándolo en medios a cuestiones derivadas de saltar o romper el protocolo, expresiones debemos recordar que incorrectas actualmente y noticias que hacen referencia realmente a acciones de comunicación concretas entre las que no se engloba el ceremonial o el protocolo como tal.
El Vaticano cuenta por tanto con aspectos protocolarios propios de la oficialidad del estado y por otro, protocolo y ceremonial religioso, demostrando la posibilidad de convivencia entre ambos. Lo que si podemos afirmar es la importancia de esta disciplinas en los actos que realiza este microestado, donde el ceremonial se repite en actos motivados por la tradición y la cultura religiosa que han servido para dar base histórica y científica a esta disciplina transversal anclada en la comunicación, en el pasado, el presente y el futuro.
Diana Rubio es consultora en comunicacion protocolo y eventos, directora politica y protocolo. Directora académica del Instituto Mediterraneo de Estudios en Protocolo (@driecel).
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