Watchmen o cuando la distopía se convierte en realidad

IGNASI ESTRUCH

(…) Distopía o cacotopía son términos antónimos de eutopía, significando una “utopía negativa”, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable.

(…) La mayor parte de las distopías describen sociedades que son consecuencia de tendencias sociales actuales y que llevan a situaciones totalmente indeseables. Surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos.

Extracto de la entrada DISTOPÍA en la Wikipedia.

 

En septiembre de 1986 empezó a publicarse Watchmen, una serie limitada de 12 episodios en la que aparecía un grupo de superhéroes inspirados en los de la editorial Charlton, que por esa época había sido adquirida por DC Comics. No obstante, como la propuesta de Moore y Gibbons habría dejado sin posibilidades de uso a algunos de los personajes, finalmente los autores optaron por moldearlos y adaptarlos, creando un universo independiente y una historia cerrada de inicio a fin.

Figura 1. A la derecha los personajes de la editorial Charlton y a su izquierda la reinterpretación de los mismos que efectuaron Moore y Gibbons.

Cabe recordar que uno de los hándicaps para contar una buena historia centrada en superhéroes es que éstos tienen una carga nostálgica y simbólica última que puede incluir varias decenas de años, o lo que es lo mismo: no es fácil eliminar, matar o cambiar la personalidad de unos superhéroes que tienen unos tics, unos talantes y, en definitiva, una manera de hacer que se arrastran desde hace muchos años.

El título del cómic está tomado de la frase quis custodiet ipsos custodes? que a menudo se traduce por ¿quién vigila a los vigilantes?, perteneciente a la Sátira VI del poeta latino Décimo Junio Juvenal. En Watchmen los géneros transitan desde el noir, variante whodunit, al superheroico, el carcelario, la ciencia-ficción, las historias de piratas, la distopía, la ucronía e incluso el melodrama.

El conjunto es de una sofisticación a nivel formal y narrativa enorme, lo que convierte a Watchmen no sólo en una excelente distopía, sino también en un valioso ensayo social y político.

Una característica que aleja este relato de las distopías usuales, es que la historia que se nos narra no transcurre en un futuro más o menos lejano, sino que ésta acontece durante los mismos años ochenta del siglo pasado en que fue escrita y dibujada. Los cambios entre los ochenta del cómic y los ochenta históricos están motivados por un ejercicio de verosimilitud: ¿qué hubiera pasado si el gobierno de los Estados Unidos hubiera tenido el único humano con superpoderes trabajando a sus órdenes durante los años sesenta? Pues, para empezar, que no hubieran perdido la guerra de Vietnam.

Por eso en Watchmen el Vietcong ha perdido la guerra contra las tropas de los Estados Unidos en la que militan el Comediante y el Dr. Manhattan. Quizá por eso, en 1985, Nixon aún es el presidente y los soviéticos no se han atrevido a invadir Afganistán.

A medida que avanza la trama principal, ambientada en Nueva York, en una sociedad condicionada por el pánico nuclear, iremos conociendo (de analepsis en analepsis), las vidas, aventuras y miserias de dos generaciones de superhéroes atípicos.

Los personajes tienen una profundidad que se aleja mucho del simplismo maniqueo de los superhéroes a los que nos tenían acostumbrados tanto Marvel como DC, y se acerca por momentos a los personajes naturalistas en los que el medio y la circunstancia les hacen ser como son. Cada uno tiene su historia, sus traumas, sus manías, sus motivos, sus ideas políticas… Porque Watchmen, como ya hemos dicho, también es un cómic político, en el que están representadas, argumentadas y rebatidas todas y cada una de las posturas políticas americanas (de derecha a izquierda): las ultraderechistas, las imperialistas, las republicanas, las demócratas, hasta llegar a una falsa bondad progresista-izquierdista encarnada por el multimillonario, y superhéroe retirado, Adrian Veidt/Ozymandias, que justificará el final de la historia.

Estos posicionamientos políticos explícitos no estarán sólo en boca de los héroes o de los neoyorquinos. Alan Moore pone de manifiesto la subjetividad de los medios de comunicación parodiando diferentes diarios y cadenas de televisión con praxis periodísticas tendenciosas, fieles a sus posturas ideológicas.

Desgraciadamente, son numerosos los paralelismos que encontramos entre la obra de Moore y Gibbons y la actualidad: desde el ya comentado uso sesgado y tergiversado, por no decir directamente falseado, de los hechos por parte de los políticos y de los medios de comunicación, a un recrudecimiento de las tensiones entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría, los Estados Unidos y la Federación Rusa (recordemos la invasión y posterior anexión de la península de Crimea por parte de las tropas de la Federación Rusa, así como las tensiones nucleares entre Corea del Norte y los gobiernos occidentales).

Pero si hay un ejemplo que refleja la lucidez de la visión pesimista de Moore, éste lo hallamos en  la primera viñeta de la segunda fila de la página 22 del noveno número de la serie:

En esta viñeta, con cierta ironía, se hace una referencia nada velada al asesinato por parte de la administración americana de los periodistas Bernstein y Woodward. Es decir, que en este mundo distópico los hechos del caso Watergate nunca vieron la luz y por lo tanto Nixon nunca dimitió como presidente de los Estados Unidos.

Pues bien, no queda lejos el salvaje asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi perpetrado por los propios servicios de inteligencia de Arabia Saudí, o el cometido en el año 2006 en la persona de la también periodista Anna Politkóvskaya, la cual se hizo conocida haciendo reportajes sobre la Segunda Guerra Chechena, en la que muchos periodistas y trabajadores humanitarios habían sido secuestrados o asesinados. Escribió varios libros tanto sobre las guerras de Chechenia, como sobre la Rusia de Putin y recibió numerosos premios internacionales por su trabajo. Politkóvskaya fue encontrada muerta por una vecina con varios balazos en su cuerpo el sábado 7 de octubre de 2006, en el ascensor del edificio donde vivía en el centro de Moscú. Las primeras informaciones apuntaban a que se trató de un asesinato por encargo, ya que recibió dos disparos, uno de ellos en la cabeza, pero no está claro quién encargó el asesinato, aunque no se descarta que la orden proviniera del propio Putin. A su vez, el crimen fue investigado por Alexander Litvinenko, ex espía ruso que vivía en Londres con su familia, que al poco tiempo murió por envenenamiento.

Sin lugar a dudas, Watchmen es una de las obras más importantes y influyentes, no sólo dentro del cómic, sino de la literatura en general, y al mismo tiempo se trata de una brillante distopía en la que el genio de Moore y Gibbons construyó un espejo en el que hoy por hoy nos da miedo acercarnos ya que nos asusta su reflejo.

 

Ignasi Estruch es ingeniero y graduado en Humanidades

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