Green compol: la emergencia climática como elemento transversal en la comunicación política

ISRAEL MALLÉN

Una nueva medida para fomentar la micromovilidad urbana. El apoyo institucional al comercio sostenible y de proximidad. La apuesta por un turismo responsable. El impulso de nuevas industrias más verdes. Todas esas realidades, en principio vinculadas a áreas políticas muy distintas, están conectadas por un elemento común: el respeto por el medio ambiente.

Las necesidades derivadas de la emergencia climática han permeado en las políticas públicas, sea cual sea la concejalía, consejería o ministerio de turno. Y, por supuesto, también en la forma de comunicarlas. Como sucede con los feminismos, la transición ecológica es el hilo que hilvana toda la comunicación política actual. En 2020, mas también en los próximos años, asesores y responsables públicos debemos ser conscientes de la incontestable transversal ida de la cuestión ecologista. Casos como el Green New Deal —o Nuevo Pacto Verde, para no enfadar a la buena gente de Fundéu— explicitan mi tesis, pero quiero aprovechar estas líneas para incidir en el potencial de una compol más green.

La necesidad de medidas verdes es evidente incluso para el más lego y negacionista, si bien su reflejo en la compol todavía está por desarrollar. Mi experiencia desempeñando labores de asesoría en áreas como Movilidad Sostenible me ha enseñado que hay al menos tres factores decisivos para voltear esa situación y consolidar esa suerte de green compol. Como diría Cloud en Final Fantasy VII: “¡muy bien, allévoy!”.

1- Potencial concienciador.

Conectar la pacificación del entorno de la escuela del barrio, causa eminentemente hiperlocal, con un problema global como la emergencia climática ayuda a sensibilizar a la ciudadanía. Hasta el más ciego ve un óbice —o sus efectos— si este ocurre en delante de sus narices. El razonamiento es simple: su entorno más próximo muta por una causa que, por ende, no le es ajena. La clave estriba en crear esa conexión en la mente de las vecinas y vecinos, algo que pasa inevitablemente por la comunicación política.

El objetivo, y por mi experiencia también el resultado, es inculcar que todos desempeñamos un rol fundamental en la defensa del planeta. Cuanto más pequeña e hiperlocal sea la acción a comunicar, mayor será el efecto en tanto que mayor será el impacto a pie de calle. Es una cuestión de agenda setting y framing básicos. Se introduce un tema —en este caso la crisis del clima— con un enfoque determinado en el debate público y la ciudadanía incorpora tanto el tema como el enfoque a su día a día por la cobertura que políticos y medios hacen de él. El binomio entre medidas de proximidad que les afecten directamente y una comunicación que se lo recuerde deviene en un gran potencial para concienciar.

 2- Generar coherencia discursiva.

En tiempos de hiperfragmentación política, conectar medidas y áreas impulsadas y dirigidas por partidos distintos puede contribuir a cohesionar la comunicación institucional. Si todas las iniciativas coinciden en conceptos clave, la idea que se proyecta al electorado es de cierta unidad política. Y si además eso se traslada a la comunicación de dichas acciones, el efecto se multiplica.

La emergencia climática es un concepto lo suficientemente amplio y que genera bastante consenso como para que ni la coalición más rocambolesca encuentre problemas para alcanzar acuerdos. Especialmente en los partidos progresistas, donde el ecologismo tiene más recorrido, pero sin excluir a un conservadurismo cada vez más proclive a reconocer que no hay planeta B —que no me lea Jiménez Losantos—.

Como marco genérico para las políticas y su respectiva comunicación, la emergencia climática puede generar una idea de solidez que constituye un valor en alza en los tiempos que corren. Todo ello se traduce en una imagen de solvencia y mayor confianza del electorado. Es un efecto sutil y que requiere de constancia y tiempo, pero… ¿quién no lo desea en la era del descrédito y la desconfianza en los representantes públicos?

3- Maximizar el impacto de nuestras acciones

A nadie se le escapa el tirón mediático, viral y en definitiva comunicativo de la emergencia climática. Diarios, radios, televisiones, medios digitales y redes sociales arden cuando se celebran eventos como la Cumbre Mundial del Clima. #NoHayPlanetaB, #ClimateStrike, #EmergenciaClimática, #GreenNewDeal… Sobran los hashtags para establecer un vínculo entre cualquier medida política y la causa ecologista.

Las instituciones, en especial las municipales, pueden beneficiarse sobremanera si comunican sus acciones bajo el amparo de este tipo de etiquetas. Es una forma sencilla, gratuita y orgánica de maximizar el impacto comunicativo de las nuevas iniciativas en las redes. Facilita, además, llegar no sólo a más público, sino a una mayor diversidad de electores.

Valiéndonos de los hashtags, por ejemplo, podemos generar interacciones con un target que jamás leería una ordenanza, pero sí un tuit. Hablo de un público joven, concienciado y dinámico. A largo plazo, y si no se cae en el flagrante error del postureo, hilar las políticas con la emergencia climática puede captar personas con tendencia a la movilización y la difusión de nuestros mensajes. Cuatro años siguiendo esta lógica y todo aquel que dirija las próximas campañas electorales lo agradecerán enormemente.

El resultado es muy similar con otros medios y públicos. Impulsar medidas innovadoras -a veces basta con que la forma de comunicarlas lo sea- deriva en un mayor impacto mediático y posicionará a nuestra ciudad, institución o partido como un referente. La clave radica en entender las posibilidades de cada medio para así utilizar sus herramientas de modo óptimo y lograr la automediación. A saber, según la teoría de Cammaerts (2012), aquella estrategia de comunicación que permite introducirse en el esfera mediática generando impacto en el entorno online. Se trata de una estrategia habitual en movimientos sociales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (Alonso-Muñoz y Casero-Ripollés, 2016), pero también válida para que las acciones políticas protagonicen portadas e informativos.

Conclusiones

Siempre en términos intangibles, incorporar la agenda verde a la compol es garantía de rédito. Y me atrevo a decir que así será a medio y largo plazo. Es obvio que solo funcionará si se implementa siguiendo una estrategia bien trabajada y si la coherencia en el resto de temas es idéntica. Sin embargo, no cabe duda de que todas estas virtudes harán de la green compol una de las principales tendencias comunicativas de las próximas legislaturas.

 

Israel Mallén es Periodista y Comunicador Político en el Ayuntamiento de Castelló (@israelmallen)

 

Bibliografía

CAMMAERTS, B. (2012). Protest logics and the mediation opportunity structure. European journal of communication, 27(2), 117-134.

Muñoz, L. A., & Casero-Ripollés, A. (2016). La influencia del discurso sobre cambio social en la agenda de los medios. El caso de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. OBETS: Revista de Ciencias Sociales, 11(1), 25-51.