Por qué Abraham Lincoln es un icono para republicanos y demócratas

SHAWN PAARY-GILES y DAVID KAUFER (The Conversation)

Durante las primarias presidenciales republicanas de 2016, los periodistas Bob Woodward y Robert Costa del periódico The Washington Post le preguntaron a Donald Trump si podría ser un “unificador” como lo fue Abraham Lincoln, quien pronunció aquella frase: “Malicia hacia ninguno, caridad para todos”. 

La respuesta de Trump fue sorprendente, pero el hecho de que le hicieran la pregunta no lo es. Lincoln se ha convertido en un icono del liderazgo presidencial para republicanos y demócratas. 

En nuestro libro, Memorias de Lincoln y la fragmentación del pensamiento político estadounidense, estudiamos las reminiscencias de Lincoln desde el momento de la muerte del presidente en 1865 a través de quienes lo conocieron personalmente hasta 1900. Nos interesaba especialmente la comprensión del poder retórico de los mensajes públicos que evocan al Lincoln viviente. De cómo Lincoln es recordado por los presidentes y los candidatos presidenciales nos dice mucho sobre su enfoque de la gobernanza. La comprensión que Trump tiene de Lincoln arroja una idea, creemos, sobre las controversias que giran en torno al actual presidente.

 

Las memorias de Lincoln como guía

Los recuerdos de Abraham Lincoln han servido como un “faro” para Estados Unidos desde las horas posteriores a su asesinato. La noche en que el 16to presidente recibió un disparo, las calles de Washington, D.C., supuestamente se llenaron de furiosos norteños que pensaban vengarse de cualquier sureño sospechoso de haber intervenido en el complot para asesinarlo.

Años más tarde, el senador William M. Smith de Nevada, al contar sus recuerdos de aquella espantosa noche, afirma que apeló a Lincoln para sofocar la tormenta política. La difusión del simple epitafio -“¿Qué hubiera hecho Lincoln?”- ayudó a calmar a la multitud, afirmó Smith, y reveló la fuerza de la memoria de Lincoln para comenzar a sanar a una nación en duelo. Los conocidos de Lincoln como Smith crearon a partir de entonces una artesanal industria para publicar sus experiencias vividas en primera persona con el presidente: cuando hablaron, caminaron, presenciaron o escucharon de cerca al presidente. 

 

Una generación remota

Las generaciones posteriores utilizaron los recuerdos de esa generación para mantener fresca la memoria de Lincoln y reutilizar su legado.

Los presidentes de EEUU y los candidatos a la presidencia han estado entre los intérpretes más activos de la memoria de Lincoln para intentar ganar puntos políticos, reforzar sus credenciales o unificar el país en tiempos de agitación nacional.

Herbert Hoover convirtió a Lincoln en un conservador; Franklin Roosevelt lo vio como un progresista. Ninguno estaba escribiendo ficción. Algunos recuerdos del Lincoln histórico -como su largo viaje desde su cabaña de troncos hasta a la Casa Blanca*- aluden a su compromiso con las personas “hechas a sí mismas” e inspira a los emprendedores. De igual forma, el compromiso de Lincoln con las personas “comunes” de gustos simples atrajo a los New Dealers.

 

Candidatos en el altar de Lincoln

La mayoría de los candidatos presidenciales hacen una genuflexión en el altar de Lincoln cuando presentan su buena fe presidencial. En 2012, por ejemplo, el candidato republicano Mitt Romney recordó a Lincoln como “la última y mejor esperanza de la tierra”.

El demócrata Barack Obama recurrió a los recuerdos de Lincoln como hombre mortal durante su campaña de reelección contra Romney: “Soy mucho más consciente de mis propios defectos, sabiendo exactamente lo que Lincoln quiso decir cuando expresó: Muchas veces me he puesto de rodillas con la abrumadora convicción de no tener ningún otro sitio a dónde acudir”.

Trump, por su parte, utilizó la memoria de Lincoln para llegar al votante negro: “Los republicanos somos el Partido de Lincoln… Para mí nada tiene más significado que trabajar para que nuestro partido sea el hogar del voto afroamericano”. Y en la misma entrevista del Washington Post, el candidato Trump llamó a Lincoln “un hombre… de gran inteligencia” que hizo “algo muy vital” para el país.

Rara vez conocido por su humildad, Trump admitió que probablemente no superaría la actuación de Lincoln: “Puedo ser más presidencial que cualquier presidente… excepto Abraham Lincoln… No se puede superar a Abraham Lincoln”. Trump, que tomó juramento con su mano en la Biblia de Lincoln, afirmó su deseo presidencial de caminar bajo la sombra de Lincoln.

Sin embargo, como candidato Trump también reveló su falta de conocimiento histórico sobre el presidente cuando saltó a los titulares por su repetida afirmación de que pocos sabían que Lincoln era republicano.

Trump también se desvió del camino de muchos presidentes contemporáneos al nombrar a Andrew Jackson sin aparentemente saber mucho sobre él. Trump afirmó que Jackson estaba “realmente enojado” por lo que “que estaba pasando… en la Guerra Civil”. Jackson murió 16 años antes de que comenzara el conflicto.

Al celebrar la presidencia de Jackson, Trump le daba una especie de desaire indirecto a Lincoln al sugerir que éste no pudo evitar la Guerra Civil. Si “Andrew Jackson hubiera existido un poco más tarde”, sugirió Trump, “no hubiera ocurrido la Guerra Civil”.

Jackson, al igual que Trump, dejó un legado como si él fuera la tribuna del pueblo, pero defendió la esclavitud y él mismo fue propietario de esclavos. Durante su presidencia el Congreso aprobó la Indian Removal Act de 1830 (Ley de Traslado Forzoso o Deportación de los Indios nativos hacia el oeste).

Llama la atención que Trump tenga un retrato de Jackson en la Oficina Oval en vez de uno de Lincoln cuya memoria (supuestamente) guía su presidencia.

 

El recuerdo de la unidad de Lincoln

Quizás lo más llamativo a la pregunta sobre la unidad de Woodward y Costa es la forma en que Trump respondió. Si bien el entonces candidato Trump parecía seguro sobre el hecho de que él podía “traer una gran unidad” al país, parecía más obsesionado con su capacidad de provocar “rabia” en los votantes: “Yo saco la ira… no sé si eso es un activo o un pasivo”, dijo.

Ya de presidente, cuando Trump apeló al llamado a la unidad en su discurso ante el Congreso el 28 de febrero de 2017 fue bien recibido: “Estoy aquí esta noche para entregar un mensaje de unidad y fortaleza, y es un mensaje que sale desde lo más profundo de mi corazón”. Sin embargo, sus órdenes ejecutivas, la elección de los miembros de su Gabinete, sus posiciones políticas, tweets a altas horas de la noche y de madrugada  han profundizado las divisiones.

En todo caso, si Trump se toma en serio la promoción de la unidad nacional, haría bien en hacerse la misma pregunta que se hizo la gente en esas noches oscuras en D.C. después del asesinato de un presidente: “¿Qué hubiera hecho Lincoln?”.

Aprendería entonces que Lincoln fue un serio estudiante de la historia, la Constitución y la ley. Se rodeó de consejeros que le ofrecían diversas perspectivas. Y priorizó la humildad sobre la arrogancia y la empatía sobre la venganza. Trump haría bien en prestar atención a las lecciones y recuerdos de Abraham Lincoln.

 

Shawn Parry-Giles es Profesora de Comunicación de la Universidad de Maryland. Autora de libro Hillary Clinton in the News: Gender and Authenticity in American Politics. David Kaufer es Profesor distinguido de inglés en la Universidad Carnegie Mellon. Ha publicado cuatro libros y más de 100 artículos sobre análisis retórico, teoría de la escritura y tecnología.

Este es un artículo publicado en The Conversation, con creative commons.

Artículo traducido por Sonia Lloret