Proclama de los Cien Mil Hijos de San Luis

Generosos españoles: Después de tres años de calamidades públicas que ha traído sobre la nación la rebelión de algunos de sus malos hijos, amaneció por fin sobre las tinieblas de vuestro dolor el día de la paz y el benéfico influjo del orden y la justicia.

La Europa conmovida de vuestras aflicciones y fatigada del grito de la sedición, se interesa vivamente en poner término a vuestros males; y un generoso nieto de San Luis, al frente de un ejército lleno de lealtad y de gloria, entre por vuestras fronteras a auxiliar vuestros esfuerzos y a llenar los votos de las naciones.

No son éstos aquellos estandartes que amenazaron un tiempo vuestra libertad; es la bandera de la paz, sostenida por guerreros valientes destinada a vendar las heridas que os ha abierto el desorden Y la anarquía, a reunir bajo su benéfica sombra a los hijos del valor que vienen a elevar el Trono y el Altar, y a libertar a nuestro desgraciado Rey y a su Real Familia del cautiverio en que les tienen una porción de vasallos rebeldes.

Estos sublimes servicios de nuestros aliados reciben nuevo lustre todavía del desinterés y generosidad con que se hacen. Vuestro Gobierno os asegura sobre su honor y lealtad que ninguna mira de ambición y de interés se mezcla ni tiene lugar en tan noble resolución.

(…] Españoles: Vuestro gobierno declara que no reconoce y que mira como si jamás hubieren existido, todos los actos públicos y administrativos y todas las providencias del gobierno erigido por la rebelión; y restituye en consecuencia, provisionalmente las cosas al estado legítimo que tenían antes del atentado del 7 de marzo de 1820.

(…] La Junta Provisional del Gobierno de la nación española no reconoce otra residencia ni origen a la autoridad soberana que en el Rey y por consiguiente, tampoco ninguna modificación en el antiguo sistema político que no sea dado por S.M. libremente y con el espejo de las personas sabias a quien se dignare consultar.

(…] Españoles: A vosotros está reservada la gloria de exterminar la hidra revolucionaria que, arrojada de todos los estados de Europa, ha venido buscando asilo a esterilizar y llenar de desastre vuestro suelo. Sea, pues, la más perfecta unión la divisa de nuestra noble causa, y no halle más que una voluntad donde no hay más que una opinión, y un mismo interés que es el salvar la Religión, el Rey y la Patria.

Enviado por Enrique Ibañes